sábado, agosto 25, 2007

El tren de los momentos

"Pase de prensa", qué tres palabras más maravillosas. Fue gracias a ellas que el pasado jueves pude ir de gratis al concierto de Alejandro Sanz en el Coliseum de A Coruña. Es lo que tiene tener amigos periodistas...

No es que Sanz me guste. De hecho, me gusta más bien poco; pero entre una noche de concierto por el belfo o quedarse en casa, lo que procede es elegir la primera opción (salvando casos "operaciontriunfianos" y "paulinarrubiescos"), pues uno nunca sabe qué sorpresas puede llevarse en esta clase de eventos. No sería la primera vez que alguien le encuentra el punto a un artista o grupo que antes detestaba gracias a una buena experiencia en vivo…

Alejandro, no obstante, no sorprendió. Desplegó un montaje de luz y sonido espectacular, una banda de auténtica impresión (indudablemente forjada a golpe de jazz y de flamenco), unas coristas bellísimas y el favor de un público (9.000 personas, en su mayoría de par cromosómico XX) que demostró que en eso de ser groupie no hay edad ni condición. El problema es que a mí sus canciones no me dicen nada, no me sé casi ninguna letra (salvo las más conocidas, que coreé como todo hijo de vecino) y su música es imposible de bailar. Ergo, como profano infiltrado en la secta del "corazón partío", me limité a observar, escuchar y disfrutar del virtuosismo de los músicos.

Sanz, por cierto, parece un tipo tímido y algo falto de labia, aunque por suerte no la precisa: a la primera nota de cada tema, sus fans se vuelven locas y gritan y lloran y se tiran de los pelos. No es una vida que envidie, pues a las afueras del recinto aguardaban los esbirros del Tomate, dispuestos a joderle otro día más a la estrella madrileña.

La fama puede ser muy puta…

2 comentarios:

Noelia dijo...

Solo decir q es un artista (aunq no el máximo) jejeje!!!

Gracias a nuestro amigo-peli.

Ahhh y q mono es el Sanz ayyyy!!! Yo si suspiraba....

Anónimo dijo...

JI JI JI... no digo más... Eva