Paul Pope tenía un
sueño: publicar para DC Comics una nueva cabecera de Kamandi, el
personaje creado por Jack Kirby, orientada hacia lectores jóvenes;
recuperar al público original del tebeo de super-héroes
homenajeando de paso a una de sus figuras fundacionales. La
editorial, sin embargo, le dijo al autor de “100%” que nanai, que
el lector al que se dirigen ahora sus tebeos se parece más a Sheldon
Cooper (treinta-y-tantos, soltero, coleccionista compulsivo con un
profundo conocimiento de todos los errores de continuidad del
universo DC post-Crisis) que al chavalín que compra “Naruto”,
“One Piece” o, ya puestos, “Scott Pilgrim”. Digan lo que
digan las cifras de mercado. Pope decidió entonces pasar de Kamandi
y de DC (y del parque de atracciones) y se hizo un Juan Palomo
relanzando el proyecto desde cero, ahora con plena libertad creativa,
y llevándolo a las librerías a través de la casa independiente
First Second Books. El resultado es “Battling Boy”: lo más
parecido al comic de super-héroes perfecto para grandes y pequeños.
Lejos de densas
metarreflexiones y profundas disecciones de la psique del
enmascarado, las aventuras de este niño-dios enviado por su padre a
la Tierra (pero no a la nuestra, sino a otra poblada por monstruos y
plagada de tecnología retrofuturista) para poner a prueba su
condición heroica ofrecen todo aquello que uno podría esperar del
género en su estado quintaesencial: divertidas aventuras, poderes
fascinantes, peleas imposibles, imaginación desbocada y un genuino
sentido de la maravilla.
En otras circunstancias,
“Battling Boy” hubiera sido mi serie de dibujos favorita de los
sábados por la mañana cuando tenía 8 años; y 12; y también 16
(yo vi dibujos los sábados por la mañana hasta que llegué a la
universidad). De hecho, el tema de los poderes totémicos del Chico Batallador recuerda un poco a “Ben 10”, un programa muy majo protagonizado por un niño que se transmuta en distintos avatares
alienígenas. Leo ahora “Battling Boy”, en viñetas, a mis 30
tacos, y me sigue pareciendo el mejor plan posible para una mañana
de sábado tirado en el sofá.
Durante su disfrute, uno
reconoce sensaciones familiares, ecos de otras lecturas precedentes:
desde el derroche de creatividad del “Thor” de Lee y Kirby (el
mundo del que proviene el Chico Batallador tiene mucho del Asgard
marvelita) hasta la visceral energía de “El Héroe” de David Rubín (otro que también ha sabido reformular magistralmente los
códigos del género), todo ello impregnado del regusto
inteligentemente infantil del “Bone” de Jeff Smith.
Tampoco se trata de
buscar una fórmula concreta del éxito. Es más: juraría que eso es
lo contrario de lo que hace Pope en este tebeo. Porque “Battling
Boy”, pese a su respeto por los arquetipos y los lugares comunes
(algo deliberado, buscado por el propio autor), sigue siendo un comic
100% personal. Un proyecto con vocación comercial hecho con cariño
y dedicación por un artista (que no un artesano) con alma de
outsider. Se nota que el dibujante, afincado en Nueva York, lo
da todo en cada uno de sus trabajos, ya sean creaciones
independientes como “Heavy Liquid” o publicaciones para las
majors como “Batman: Año 100” o aquellas estupendas
planchas protagonizadas por Adam Strange en “Wednesday Comics”.
Esta dedicación y este
disfrute personal se dejan notar en el admirable trabajo gráfico que
redondea la propuesta de Pope. Su trazo suelto y expresivo, su gusto
exquisito al componer la página, su fabuloso uso de los colores
planos y su narrativa dinámica hacen de cada página un puñetazo en
la mirada del lector. Ni siquiera el reducido formato en que la obra
ha visto la luz (antes de acordarse de las madres de los responsables
de la edición española, DeBolsillo, conviene saber que la original
norteamericana también es más pequeña que un comic-book al uso)
logra menguar el atractivo visual de este “Battling Boy”
destinado a convertirse, ya desde los primeros compases de 2014, en uno
de los tebeos del año.
Y mucho ojo con el primer spin-off de la serie: una precuela guionizada por Pope y dibujada por David Rubín titulada "The rise of Aurora West".
3 comentarios:
Pues igual es que me he hecho muy mayor, porque a mí esto...
Me gusta mucho Pope gráficamente, pero no me termina nunca de convencer con sus historias...y aquí pasa lo mismo.
Uno de los tebeos con los que más he disfrutado (da igual a cualquier hora del día, y no tiene por qué ser sábado) ha sido Jules de Émile Bravo... De mis cómics favoritos del 2011-12 y 13.
Un saludito.
Paul Pope esta TAAAAAAAAAAAAAAAAAAAN sobrevalorado como guionista....
Coincido con David.
David: la excusa de que te has hecho mayor ya está muy usada, jajaja. Si no te ha terminado de gustar "Battling Boy" será por otras razones (pues eso, que no conecta contigo o que no te parece que el guión esté a la altura del dibujo), pero echarle la culpa a la edad... De Emile Bravo aún "me debo" el Spirou que publicó hace unos años, que recuerdo que te había gustado un montón.
Anónimo: no sé si sobrevalorado, porque tampoco he leído demasiadas críticas que lo ensalcen como guionista exclusivamente. A mí como autor total me parece muy bueno, y este "Battling Boy" en concreto me parece el mejor de los comics que le he leído. "Batman: año 100" o "Heavy Liquid", por ejemplo, me gustaron más visualmente que en lo que respecta al guión, pero aquí veo un equilibrio casi perfecto.
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