Otra cosa que me volvía majareta de pequeño eran los
videojuegos. Cuando yo tenía 8 ó 9 años, las consolas caseras aún no podían
medirse en potencia gráfica ni jugabilidad con las máquinas recreativas, así
que los fines de semana J. (mayúscula) y yo nos gastábamos una buena parte de
nuestra asignación semanal en el salón de juegos de Pontedeume repartiendo
estopa en beat’em up’s como “Captain Commando”, “Mutant Fighter”, “World Heroes” o, meses antes de que la Super Nintendo fuese lanzada al mercado español, el revolucionario “Street Fighter 2”.
Dos de mis pasiones infantiles se fundieron en un solo
título el día en que una nueva máquina recreativa llegó a nuestro pueblo: “Cadillacs and Dinosaurs”. ¿Un juego de lucha en scroll lateral ambientado en un futuro
post-apocalptico donde vestigios de nuestra civilización (viejos automóviles, principalmente)
conviven con la flora y la fauna de la prehistoria? Existe una expresión en
internet acuñada para casos como éste:
El dato en el que aquel Jero de metro veinte jamás reparó, durante aquellas mañanas de domingo jugando a “Cadillacs and Dinosaurs” junto
a J. (mayúscula), era la leyenda en letra pequeña que acompañaba al título de
la recreativa y que rezaba: Tales based
upon the comic “Cadillacs and Dinosaurs”. Supongo que mi inglés estaba
aún un poco verde por aquel entonces.
Poco tiempo después, la irrupción de las videoconsolas de 16
bits hizo que la excitación del salón recreativo se trasladase a otro salón, el de
nuestra casa, y “Cadillacs and Dinosaurs” se transformó en una más de esas cosas
entrañables de la infancia que poco a poco se van enfriando en la memoria hasta convertirse
en una anécdota. Al menos hasta que una tarde de diciembre, en 1994 o tal
vez 1995, J. (mayúscula) y yo descubrimos en la televisión una serie de dibujos que reproducía el ambiente y los personajes del videojuego y que era de lo
mejorcito que habíamos visto hasta la fecha en cuanto a animación televisiva
occidental (el anime nipón es otra
historia, desde luego). La existencia de aquella serie evidenciaba
que “Cadillacs and Dinosaurs” no era sólo un juego de arcade, sino que
su argumento tenía una base previa más compleja, posiblemente literaria o, como
descubrí muchos años más tarde, de tebeo. Tenéis que entender que por aquel
entonces aún no había llegado la (bendita) internet a los hogares y que, viviendo en un pueblo
de 7.000 habitantes donde sólo había dos librerías que vendiesen comics (y
apenas un puñado de títulos en grapa, nada de recopilatorios o álbumes en tapa dura), estar al
corriente de este tipo de pormenores era sencillamente una utopía. Durante los
90, y en lo que respecta al Noveno Arte, si no lo podías encontrar en
Áncora o en Cunqueiro, no existía.
No fue hasta 1999, ya en plena adolescencia, que Planeta de
Agostini publicó en España el primer número de una serie limitada titulada “Xenozoic
Tales” cuya portada desvelaba el obvio parentesco con la recreativa y la serie
animada que J. (mayúscula) y yo habíamos conocido tiempo atrás. El cambio de
título era desconcertante, pero un vistazo rápido a sus viñetas en blanco y
negro fue más que suficiente para reconocer en aquellas páginas a Jack Tenrec,
Hannah Dundee y toda la maravillosa biodiversidad prehistórica que había
llamado mi atención desde un primer momento.
No por obvia era la verdad menos reveladora: el universo de “Cadillacs and Dinosaurs” procedía de la imaginación del guionista y (por encima de todo)
dibujante Mark Schultz, un tipo que probablemente también pasó muchos años de
su infancia garabateando dinosaurios en toda superficie dibujable que se le pusiese a tiro. Las historias escritas e ilustradas por Schultz
habían comenzado a publicarse con el título de “Xenozoic” en la antología
“Death Rattle” de la editorial Kitchen Sink, a la que pronto le seguiría una
cabecera propia, "Xenozoic Tales", estrenada en EE.UU. en febrero de 1987. A partir de 1990, y gracias al
hecho de que Schultz poseía los derechos íntegros sobre su obra, Marvel
reeditó dentro de su sello Epic las primeras entregas de la colección, coloreadas para la ocasión y rebautizadas con el título algo más comercial de “Cadillacs and Dinosaurs”, que
fue el que finalmente quedaría para los anales.
El modelo narrativo de los relatos xenozoicos que Planeta publicó durante 15 meses en
nuestro país está fuertemente inspirado en los tebeos de terror y ciencia-ficción
de E.C. Comics (como “Tales from the Crypt” y “Weird Fantasy”), con un estilo
gráfico deudor tanto de Wallace Wood y Jack Davis como de Frank Frazetta y
Harold Foster (en mayor medida cuanto más avanza la serie). Releídas ahora, estas historias vuelven a entretenerme con sus nostálgicos
(y algo bisoños) guiones en clave pulp y a maravillarme con una evolución
gráfica que se traduce, a partir del décimo ejemplar, en un alarde constante de
detallismo, precisión anatómica, fascinante creación de atmósferas y una
narrativa tan clásica como deslumbrante.
Desgraciadamente, Schultz lleva años alejado de la Era
Xenozoica, escribiendo desde 2004 las andanzas de “Príncipe Valiente” que
dibuja Gary Gianni, así como diversas mini-series para Marvel, DC y Dark Horse,
por lo que desde aquel decimoquinto número publicado por Planeta no ha vuelto a
haber noticias de “Xenozoic Tales” ni en EE.UU. ni en lo que respecta al escenario
editorial español (Planeta no llegó a publicar las historias de complemento
guionizadas por Schultz y dibujadas por Steve Stiles). Una pena, dado el
extraordinario nivel gráfico que manifiestan las últimas ilustraciones y
bocetos realizados por Schultz que he podido ir encontrando a través de la red.
Me temo que aún tardaremos muchos años en conocer la conclusión de las aventuras de
Jack Tenrec y Hannah Dundee, si es que algún día llega a publicarse.
4 comentarios:
No sabía que había videojuego...Sí lo de la serie de dibujos, aunque lo primero que conocí fue el tebeo... Uno de los primeros Comics Journal que pillé era una entrevista conn Schultz.
Por lo demás, la evolución gráfica como bien dices es impresionante.
Y aunque la historia también progresa, no lo hace al mismo ritmo que los dibujos...
Así que, una serie muy bien dibujada, con unas historias que no están mal pero tampoco me matan.
A mí de crío me gustaba esa de dinosaurios e indios. La de Turok.
Estoy bastante de acuerdo en tu valoración de la serie, David, y por eso me sorprende tanto que Schultz haya sido contratado por otras editoriales como guionista cuando su auténtico punto fuerte es el dibujo.
Precisamente a "Turok" lo conocí también por un videojuego: un estupendo shooter en 1ª persona que salió hace un porrón de años para la Nintendo 64. Años después supe de la existencia del comic (del que nunca llegué a leer nada) a través del primer ejemplar del "Previews" yanki que sostuve en mis manos. Ya digo que en mi pueblo era complicado enterarse de qué se cocía en el mundo del comic...
A mí me pasa al revés: conocía la coin-op (guau, qué profesional ha quedado eso) pero acabo de enterarme de que era la adaptación de un cómic. La recreativa era genial, con un diseño de personajes magnífico (ahora entiendo por qué) y el cómic tiene pinta de ser muy pulp, con lo cual debe tener su encanto. ¿Soy al único al que las ilustraciones le recuerdan a Frank Cho cuando se pone serio en Liberty Meadows?
El tono pulp es claro y manifiesto, David GB. Se nota que a Schultz le pirran los clásicos de prensa como "Tarzan" o "Flash Gordon". Por otro lado, yo no he seguido "Liberty Meadows", pero Cho tiene un tebeo plagado de dinosaurios, "Shanna la diablesa", que cuenta con un dibujo magnífico. La pena es que el guión sea tan deficiente en todos los aspectos...
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