Como no es mi
intención relatar aquí cada pormenor de un viaje que dio muchísimo
de sí (también, o quizás sobre todo, en el terreno personal),
dejadme que me centre en el aspecto musical de la experiencia con una
sola advertencia: fui al Optimus Alive a lo que fui. Ni pensaba
tragarme cuanto concierto se me pusiese delante (había que estar
frescos y en forma para disfrutar de los grupos realmente
interesantes) ni acudí allí con intenciones periodísticas (por mucho que ahora estéis leyendo estas líneas): yo había ido a ver a Radiohead.
Un cartel prometedor.
The Stone Roses
13 de julio, 23:10
Desde que los
descubrí (muy tarde, como es mi costumbre) en su espléndido debut homónimo (uno de esos
LP's que siempre aparecen en las listas de discos favoritos de los
medios británicos), The Stone Roses se convirtieron en una debilidad
personal. Además de su buen hacer musical, la banda capitaneada por
el vocalista Ian Brown y el guitarrista John Squire estaba envuelta en un halo mítico debido a su prematura disolución: su segundo álbum, “Second coming”, resultó incomprendido e injustamente
vilipendiado por muchos de los que cinco años antes alababan su
audacia y buen gusto. Envueltos en la clásica espiral decadente de
las rock stars
(divisiones internas, conciertos para el olvido, etc.), The Stone
Roses pusieron punto y final a su trayectoria conjunta en 1996. Hasta
ahora.
Sí, están mayores.
Cuando en 2011 se
anunció que la banda de Manchester volvía a los escenarios,
servidor se sintió ilusionado y reticente a un tiempo. Ilusionado
ante la posibilidad de ver en directo a una banda legendaria por la
que sentía predilección. Reticente porque a nadie se le escapan los
motivos de esta clase de regresos extemporáneos. Pero si a los
Héroes del Silencio les salió la jugada redonda (allá por 2007), ¿por qué no
darle un voto de confianza a los Stone Roses?
El voto de
confianza, como después se demostró, era inmerecido. Del mismo modo
en que puedo afirmar que su participación como cabezas de cartel en
el Optimus Alive 2012 era uno de los motivos más destacados para
decidirme entre este festival y el BBK Live, también puedo decir
que el de los Stone Roses no fue solamente el peor concierto al que
asistí el pasado fin de semana, sino posiblemente uno de los
espectáculos musicales más vergonzosos que recuerdo haber
presenciado en mi vida.
Lo que más molaba de Ian Brown era la chaqueta de Etiopía que llevaba.
Poco importó que
John Squire ejerciese de guitar
hero
luciendo músculo rockero en cada solo instrumental: el cantante Ian
Brown dio auténtica lástima sobre el escenario. El tipo, un cincuentón enjuto y demacrado (tanto que no te extrañaría cruzártelo en la
estación de autobuses de Compostela y que te pidiese un euro para tomar
el coche de línea a Betanzos) con pintas de abuelo Gallagher, se
dedicó a sabotear el trabajo de sus compañeros desafinando
prácticamente en cada verso. Cuando Brown callaba y cedía
el protagonismo al resto de la banda, el concierto crecía, la música
volvía a captar la atención del público y los fans históricos
(centenares de maduritos británicos empuñando vasos de plástico
con el logo de Super Bock) asentían satisfechos. Cuando Brown abría
la boca, un rictus de espanto y vergüenza ajena reflejaba el ánimo
turbado del público presente. Lamentable.
Optimusómetro:
Justice
14 de
julio, 01:30
La otra gran
promesa de la noche del viernes (además del encuentro con las
adorables S. y M., que se habían acercado desde Vigo unas horas
antes) era la presencia del dúo francés Justice, baluartes de una
electrónica agresiva y festiva para todos los públicos (pues su
debut “†”
es uno de los discos del género más celebrados por los legos en la
materia... como un servidor). El concierto ofreció un repaso a los hits del grupo, remezclados para la ocasión en una suerte de sesión
non-stop
de tralla bailable.
La música sonó de lujo, llevando a los miles de asistentes a un
trance discotequero de saltos, sudor y beats,
pero hubo varios aspectos que convirtieron lo que podría haber sido
un recital memorable en (simplemente) una actuación más dentro del
cartel del Optimus 2012.
Justice. Petándolo.
Para empezar, no
hubo visuales como tal. La puesta en escena del dúo ha permanecido
inalterada en los últimos tiempos: una mesa rodeada de
amplis, con una gran cruz luminosa como mascarón de proa y
acompañada por fogonazos de luz que ciegan al público desde la
retaguardia. Una presentación más que atractiva siempre que las
pantallas laterales del escenario permitan apreciar de cerca el
trabajo en vivo de los artistas. Cosa que no ocurrió, pues dichas
pantallas proyectaban una imagen del escenario tomada de frente, más
pequeña incluso que el tamaño real de los objetos enfocados,
resultando de ello tres imágenes redundantes que no permitían, a
partir de cierta distancia, distinguir si aquellas dos figuras
situadas tras la mesa eran efectivamente Gaspard Augé y Xavier de
Rosnay o dos cualesquiera plantados allí para hacer bulto.
Si a ello le
añadimos la frialdad inherente a una actuación donde, literalmente,
no existe una fuente orgánica de sonidos (todo estaba pregrabado, así
que quiero pensar que se mezclaba en directo), y una escasísima
duración para un teórico cabeza de cartel (apenas una hora y sin bises de ningún tipo), el cómputo
global revela un concierto tan intenso y enérgico como impersonal
y excesivamente breve: un arrebato de sexo salvaje que acaba en
coitus interruptus.
Optimusómetro:
Mumford &
Sons
14 de julio, 20:45
Tras el
decepcionante primer día (y no sólo en el aspecto estrictamente
musical; aquella noche tuvimos en apenas tres horas más líos y
preocupaciones que en todo el resto del fin de semana), la segunda
jornada del Optimus Alive 2012 comenzó de forma inmejorable. Aunque
un servidor ya se olía que la banda compuesta por Marcus Mumford
(voz y percusión), Ben Lovett (coros, teclado y acordeón), Winston
Marshall (coros y banjo) y Ted Dwane (coros, contrabajo, batería y
guitarra) tenía un directo prometedor, ni de coña se imaginaba que
las canciones de su álbum “Sigh no more” (y algunas de su
inminente segundo LP, “Babel”) iban a sonar tan bien en vivo.
Gente entrañable. Si hasta parecen limpios...
Fue un concierto
breve porque el grupo todavía no tiene material para más (me faltó
en el setlist, por ponerme quisquilloso, el tema titular de su debut), pero esa hora escasa de música contuvo más energía
positiva y electricidad emocional que las dos actuaciones que pude
ver el día anterior juntas. Y eso que Mumford y sus muchachos no
hacen nada particularmente original para ganarse el favor del
público: se dedican a tocar lo mejor que saben, a interpretar
canciones irresistibles y a sonreír de medio lado con su pose de
niños buenos del folk-rock inglés. Sólo con eso les llega y les
sobra para tener un directo fantástico.
Optimusómetro:
14 de julio, 22:10
La primera
decepción del Optimus Alive llegó un par de días antes de hacer el
petate y comernos 600 kilómetros de autopista hasta la capital lusa.
A través de un comunicado de prensa bastante estándar,
la británica Florence Welch anunciaba la cancelación de su
espectáculo y nos dejaba a todos los que venimos siguiéndola desde
el estupendo “Lungs” (y a todos los que nos decantamos por el
Optimus en lugar del BBK) con un palmo de narices. Los tres viajeros
(P., F. y un servidor) hicimos durante días las cábalas más
surrealistas (desde Placebo hasta un holograma de El Fari, creo que
no nos faltó por citar un solo grupo que no estuviese ya en el
cartel del Optimus), pero no fue hasta el mismo día en que el
concierto de Florence + the Machine estaba originalmente programado
que supimos en quién recaería la responsabilidad de sustituir a la
Welch: Morcheeba. Pos bueno, pos
fale, pos m'alegro.
"Tengo las cuerdas vocales jod***s"
Momento pues para
hacerse con un bocata de frango y un refrigerio en alguno de los baratísimos
puestos de comida que había esparcidos por el recinto (baratísimos
en relación a cómo se las suelen gastar en los festivales
españoles) y de reagruparnos para decidir nuestro próximo
movimiento: ¿The Cure o Katy B.?
Optimusómetro
(para Florence + the Machine, a Morcheeba no le prestamos ni la
mínima atención):
The Cure
15 de
julio, 00:00
Mientras que P. y
F. decidieron concederle a Eduardo Manostijeras Robert Smith la escucha de un par de temas antes de moverse al escenario Heineken
para disfrutar del recital drum'n'bass
de Katy B., yo afiancé mi posición en el palco principal del Optimus
junto al estupendo blogger musical (y mejor persona) Tenenbaum y su no menos estupenda hermana, con los que habíamos quedado esa tarde para disfrutar en
amor y compañía de lo que restaba de festival.
El novio cadáver.
Llegados a este
punto, conviene que sepáis que todo lo que hayáis podido escuchar sobre Robert Smith es rigurosamente cierto. El concierto de The Cure
fue una cosa desmesurada (3 horas de éxitos a machete) que posiblemente
contribuyó a humedecer la ropa interior de aquellos fieles que
jaleaban al proto-emo
desde la platea, pero que a mí, pese a sus muchas virtudes, acabó
superándome.
Que sí, que
estos tíos tocan de maravilla, que Smith mantiene la voz tan en
forma como el primer día y que The Cure tienen temazos en su repertorio para dar y tomar, pero a la altura de “Boys don't cry”
servidor sentía que allí ya no tenía nada más que ver; que ya
estaba todo el pescado vendido. Igual es el precio a pagar cuando uno
se planta ante un “dinosaurio del
rock” (y lo digo en el sentido más
halagador posible) sin tener los deberes hechos: ni The Cure es una
de mis bandas de cabecera ni me conozco al dedillo la vida y milagros
de su líder. Tal vez si en lugar de Smith y cía. ese mismo concierto
lo hubiesen dado U2 o Peter Gabriel, ahora estaría escribiendo esta
crónica en términos muy diferentes. Con todo, no puedo negarle a la banda su
superlativa profesionalidad y su entrega absoluta sobre el escenario.
Optimusómetro:
El rasta do campismo
15 de julio, ni idea de la hora exacta... pero tarde en la
madrugada
Con todo, quizás
la sorpresa más inesperada de la velada fue la que nos aguardaba de
vuelta al camping, tras una noche bastante productiva de por sí. De
camino a nuestras tiendas, a kilómetros de distancia de donde aún
se seguían celebrando los conciertos del Optimus, nos encontramos en
el bar do campismo
(abierto las 24 horas) con un show semi-improvisado a cargo de un
alegre cantante y guitarrista rastafari y sus felicísimos compañeros
de carretera. Arremolinados en turno a él, ocupando varias docenas
de sillas de playa, un puñado de portugueses, alemanes, británicos
y españoles bailamos y cantamos los temas más insólitos (desde
Oasis hasta Shaggy pasando por Ben E. King) en un ambiente de anuncio veraniego de cerveza imposible de planificar de antemano. Estas cosas
ocurren de forma espontánea. Fluyen. Y se quedan en el recuerdo como
uno de esos pequeños momentos casi soñados que a veces se presentan
sin previo aviso en el transcurso de un viaje más o menos
programado.
Optimusómetro:
Nos
fuimos al saco muertos de cansancio, pero eufóricos. Por el día vivido, bastante más
satisfactorio que el anterior; pero sobre todo por la promesa, a tan sólo unas
horas vista, de uno de los conciertos más esperados de nuestras
vidas. Al día siguiente tocaba Radiohead...
3 comentarios:
Gracias por la bonita mención. Acabamos de llegar del maratón festivalero prácticamente ortopédicos. Ya te contaré del Marés Vivas, macrofestival-verbena sin igual.
A ver que pones sobre Radiohead, aunque me voy haciendo una idea.
PD: te envidio muchísimo por haber creado el optimusómetro.
Qué riquiño! Gracias por lo de adorables :) Muy de acuerdo en casi todo, especialmente en la decepcionaza de Ian Brown :( Espero ansiosa la segunda parte...
Tenenbaum: deseando hincarle el diente a tus reseñas tanto del Optimus como del Marés. Lo importante es venir contentos, aunque sea a rastras, jajaja. Por cierto, que igual yo me paso un día por el Paredes de Coura (aún hay que cerrar el plan y ver si es factible, pero la posibilidad está ahí). Y este jueves a pasarlo en grande con Sir Tom Jones. ¡Verano conciertero!
Seibol: ya sabes que soy un blogger fielmente comprometido con la objetividad; si os llamo "adorables" es porque lo sois. La segunda parte de la crónica caerá en breve, descuida ;) Bicos!
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