miércoles, agosto 25, 2010

Recomendaciones femeninas IX: "Los renglones torcidos de Dios"

Debo comenzar esta nueva entrega de la serie “recomendaciones femeninas” pidiendo disculpas por duplicado. Primero, a aquellas recomendadoras que llevan ya un tiempo esperando a que servidor dé cuenta de los títulos por ellas sugeridos: no es mi intención desdeñar ninguna recomendación en particular y el criterio que sigo para afrontar cada nueva lectura depende únicamente de mi estado de ánimo y de lo que más me apetezca leer en el momento concreto de abrir un nuevo libro. En segundo lugar, toca aclarar que la novela de Torcuato Luca de Tena me vino recomendada por varias personas a un tiempo (la Tentadora, la Srta. Imantada y mi compadrito Lync, que no es mujer pero tiene, en su infinita virilidad, tan buen gusto literario como la más exquisita de mis recomendadoras, e incluso más). A todas estas personas pido también disculpas porque si hay alguien a quien atribuir esta entrada es sin duda a la chica que me regaló el libro un buen día (bueno de verdad) y sin previo aviso. Podría escribir sobre ella un blog entero, así que mejor será obviar detalles por esta vez y entrar en materia; que no es poco, precisamente, lo que se puede comentar sobre el libro en sí mismo.

A ella, simplemente: gracias.


Empecemos por el principio: “Los renglones torcidos de Dios” posee uno de los títulos más memorables de que servidor tiene constancia. Reconoceréis que hay títulos que por sí solos suenan a gran literatura: “Cien años de soledad”, “Por quién doblan las campanas”, “El ruido y la furia”, “Rojo y negro”, “Crimen y castigo”, “Orgullo y prejuicio”... (todos aquellos que responden a la fórmula “algo y algo” funcionan maravillosamente bien, ¿verdad?). Uno los lee o los escucha y piensa “¡novelón, fijísimo!”. La frase “Los renglones torcidos de Dios” tiene algo de ominoso, algo de sacrílego y mucho de poético. Más aún cuando se asocia con el argumento del libro: Alice Gould de Almenara ingresa en un hospital psiquiátrico aparentemente diagnosticada de una elaboradísima paranoia según la cual se cree una sagaz detective privada. No obstante, la forma en que Alice (también conocida en el sanatorio como Alicia, la Rubia, la de Almenara o la Detective) conversa y razona, sus modales, sus elevadísimas sensibilidad y cultura y, sobre todo, su constante afirmación de que ella fue ingresada en el hospital por voluntad propia para investigar un asesinato cometido por uno de los internos, conseguirán que tanto el personal médico como los pacientes duden de si está realmente loca o, por el contrario, tiene a todo el mundo completamente engañado.

Publicada por primera vez en 1979, “Los renglones torcidos de Dios” es una de las novelas más célebres de Luca de Tena, franquista moderado (si es que eso existe, claro), miembro de la Real Academia de la Lengua y director del diario “ABC” cuando éste aún no había visto su (monárquico) prestigio apolillado por el inevitable transcurrir del tiempo (y todas las evoluciones sociales y de pensamiento que consigo trae).

Dejando a un lado la política y regresando al terreno de la psiquiatría, resulta inevitable destacar la encomiable labor de documentación realizada por Luca de Tena de cara a escribir la novela, que lo llevó a internarse voluntariamente en un psiquiátrico (en contra del consejo de su amigo Juan Antonio Vallejo-Nágera, prologuista de la edición que obra en mi poder) para experimentar en primera persona el día a día de los médicos, enfermeros, celadores y pacientes. Se destila también de la lectura de “Los renglones torcidos de Dios” una laboriosa investigación en el aspecto teórico de la medicina psiquiátrica, buscando siempre distinguir con claridad las diferentes tipologías y particularidades de los enfermos que conviven en un hospital de este tipo. Todo ello le otorga un plus de interés y credibilidad a la novela; credibilidad que se pierde, en parte, cuando son los propios personajes los que abordan el tema médico y, sobre todo, la trama de intriga que hilvana los acontecimientos relatados.


Espero que no se me malinterprete: ello no me parece en absoluto un defecto. Simplemente constato que los protagonistas del libro, sobre todo la propia Alice Gould, discurren y dialogan con una claridad reflexiva y expositiva totalmente artificial, próxima a las deducciones de la Sra. Fletcher en “Se ha escrito un crimen”, los personajes del manga “Death Note” o, si se prefiere, el celebérrimo Sherlock Holmes de Conan Doyle (por concederle un poco de glamour y prestigio literario al trabajo de Luca de Tena). Esto le confiere a la novela un tono de ficción evidente que acentúa por un lado el componente puramente lúdico y disminuye, por el otro, la posible identificación entre lector y personaje.

Por suerte, “Los renglones torcidos de Dios” se reserva algunos momentos dramáticos de cierto impacto (sobre todo en lo relativo a los pacientes más afectados por la demencia) y consigue que, si bien no lleguemos a creernos del todo a los caracteres que desempeñan roles principales en el argumento, el plantel de secundarios nos cautive sin remisión, más profundamente cuanto más tristes e incurables sean los males que sufran. Además, el estilo literario es tan sencillo, ameno y directo y el desarrollo de la intriga detectivesca tan rematadamente adictivo que apenas tendrá uno tiempo para reflexionar sobre lo leído hasta el momento mismo en que cierre definitivamente las tapas del libro.

Se me ocurre, entonces, que si bien “Los renglones torcidos de Dios” no figurará entre el selecto grupo de Grandes Novelas que Cambiaron mi Vida (tampoco era eso a lo que un servidor aspiraba cuando comenzó a leerla), como vehículo de disfrute y evasión se trata de una de las experiencias literarias más plenas que he tenido en mucho tiempo.

13 comentarios:

vinilosrayados dijo...

Lo importante es que lo haya leído, oiga :)


Por cierto, si no es mucho preguntar...¿cuál es ese selecto grupo de Grandes Novelas que Cambiaron su Vida? (respeto las mismas mayúsculas que ha puesto usted por si acaso :P)

Jero Piñeiro dijo...

Aún a riesgo de extenderme demasiado, intentaré responder a su pregunta lo más detalladamente posible, Srta. Imantada. Básicamente porque esta noche estoy desvelado y no tengo nada más interesante que hacer :)

Bien es cierto que hay que entender que estas Grandes Novelas que Cambiaron mi Vida no tienen por qué ser necesariamente Grandes (en el sentido de los “clásicos básicos de la literatura universal”) y, más importante todavía, que Cambiaron mi Vida en un momento y un lugar concretos y tal vez aquí y ahora no tendrían ni por asomo el mismo efecto sobre mi persona que allí y entonces.

Cronológicamente hablando, la primera Gran Novela de mi Vida es “El juego de Ender” de Orson Scott Card, que leí compulsivamente con 14 años y fue el primer libro “adulto” que tuve la oportunidad de descubrir. No tengo ni idea de si me gustaría lo mismo, o poco, o nada, de volver a leerla hoy, así que no pienso hacerlo. En mi memoria se mantiene como uno de los relatos fantásticos que más disfrute me han producido y ése es un recuerdo que no quiero sacrificar.

Luego vendría “American psycho” de Bret Easton Ellis, que me marcó especialmente no por las partes especialmente polémicas (ya sabe, sexo y violencia) sino por la forma y el lenguaje con que estaba escrita y, sobre todo, su retrato psicológico del protagonista y su no-moraleja final. Verla tan fielmente trasladada al cine en la infravaloradísima cinta que protagonizó Christian Bale fue todo un deleite (compartido por prácticamente nadie, me temo).

Si no me equivoco, a continuación le llegó el turno a “1984” de George Orwell, mi novela favorita de todos los tiempos. No sé si debo extenderme mucho sobre ella aquí: hay por ahí una entrada del “abecedario personal” al respecto ;)

Por la misma época leí también “La historia interminable” de Michael Ende, que me devolvió a mi más tierna infancia y creo que desde entonces no me ha permitido abandonar mi edad mental de 5 años (no conviene, por cierto, revisar la película de Wolfgang Petersen después de leer la novela, pues lo único que se consigue es mancillar un inmejorable recuerdo de la infancia); “Musashi” de Eiji Yoshikawa, un extenso novelón de aventuras que me tuvo tanto tiempo sumergido en el japón feudal que, al terminarlo, sentí una pequeña depresión y tardé cosa de un mes en volver a abrir otro libro; y “El lobo estepario” de Hermann Hesse, con el que me sentí tan identificado (y aún me siento, pues es de las pocas novelas que he releído y no sólo no ha perdido su trascendencia sino que ha ido ganando en nuevas interpretaciones) que durante una temporada me deprimí otro poco (soy un lector depresivo, supongo), pensando que si no aparecía pronto una Armanda que me salvase de mi ¿soledad escogida? ¿aislamiento emocional del mundo? igual todo se me iba progresivamente a la mierda.

Fue “algo parecido a una Armanda” quien me regaló “El Principito” de Antoine de Saint-Exupery. Creo que es uno de los relatos más bonitos que se han escrito jamás. Creo también que todo el mundo debería leerlo; pero no de niños, sino de adultos. El hecho de que fuera ella quien me lo regaló no hace sino multiplicar su importancia hasta el infinito. Adoro ese libro y adoro lo que significó para mí en su momento. Supongo que aún sigue significando lo mismo, pero de una forma tristemente nostálgica.

Jero Piñeiro dijo...

“El conde de Montecristo” de Alejandro Dumas, al igual que “Musashi”, se convirtió durante una temporada en el epicentro de mis pensamientos. Leía compulsivamente y, cuando dejaba de hacerlo, contaba cada minuto que pasaba hasta que tenía de nuevo el libro en mis manos. Lo leí, además, durante mi breve estancia como Erasmus en Burdeos. Supongo que tenía cierto encanto leer un clásico de la literatura francesa mientras vivía en la tierra del queso y el vino. O igual es que soy un jodido snob, que es muy posible…

“El amor en los tiempos del cólera” de Gabriel García Márquez supuso una (entretenidísima) crucifixión emocional en toda regla. Lo viví intensamente porque, en el fondo (y también en la superficie), hay mucho de su protagonista masculino, Florentino Ariza, en un servidor. Demasiado, para mi desgracia. Para más señas, hay por ahí una “recomendación femenina” que clarifica perfectamente lo que pienso sobre él.

Toca ahora rendir cuentas a Julio Cortázar y su “Rayuela”. Asumo que no necesita que le comente las virtudes de este libro. “Rayuela” es, en mi nada modesta pero siempre discutible opinión, el súmmum de la escritura creativa. Terriblemente ambiciosa y compleja, algo pedante, si se quiere, pero absolutamente irrepetible (que se lo digan si no a Agustín Fernández Mallo). Nunca me he atrevido a dedicarle una entrada en este blog. Creo honestamente que nunca podría hacerle justicia.

Algo por debajo en cuanto a “explosividad creativa” pero quizás con un contenido más fácilmente asimilable tenemos “City”, de Alessandro Baricco. A mí, que “Seda” me pareció una golosina algo sobrevalorada, fue ésta la novela que me convenció de que Baricco bien podría ser el escritor más talentoso de la actualidad. No es que lea mucha novela contemporánea, pero reconozco que al italiano le soy bastante fiel (aunque asumo que lo tiene muy, pero que muy difícil para superar lo logrado en “City”).

Finalmente, aunque no sea novela, no puedo cerrar el chiringuito sin mencionar el libro de relatos breves “El Aleph”, de Jorge Luis Borges. “Ficciones” es igual de bueno (“La lotería de Babilonia” bien podría ser mi historia corta favorita de todos los tiempos), pero “El Aleph” fue el primer Borges que leí, así que a él le debo el inicio de mi historia de amor con el argentino.

Con todo, no conviene olvidar que no soy un lector precisamente experimentado. Comencé a leer muy tarde (de niño le tenía auténtica alergia a los libros) y durante mucho tiempo no logré encadenar una lectura tras otra. Por tanto, tal y como me pasa también con la música, no me considero ningún entendido en la materia y no creo que mi criterio esté todavía lo suficientemente maduro como para ponerme a pontificar. Sin ánimo de tirarme flores, me considero mucho más capacitado para hablar de cine o de comics. Además, con un solo vistazo a la Torre de Lecturas Pendientes puedo anticipar perfectamente que aún me quedan por descubrir docenas de libros que me marcarán más profundamente que estos que cito.

Hasta entonces, inevitablemente, estas son las Grandes Novelas que Cambiaron mi Vida.

Laura :) dijo...

Pues yo guardo un grato recuerdo de "Los renglones...", hasta puedo situar en mi mente el momento de la lectura: un viaje en coche, muchas horas, y un libro para reducir el trayecto... jejeje Eran otros tiempos!! XD

Quela dijo...

La leí hace mucho tiempo, y la verdad en cierto modo hace poco vi una película que me recordó a ella. Creo que ya te la he recomendado, pero "La ladrona de libros" no está nada mal (no es para nada una Rayuela o un Amor en los tiempos del colera, pero dá un nuevo punto de vista, y si tienes tiempo y te pasas por fnac, mira en la sección de niños, uno que se titula, "la gran fábrica de las palabras", no te quitará más de 5minutos, pero para mí, lo deberia tener mucha gente, y de vez en cuando, darle una lectura)
Bicos, de ese estilo, tengo un porrón de ellos para recomendar ;)

entre líneas dijo...

Ahora a por "Expiación" (es una pena que hayas visto la película, porque la novela merece la pena)

A mí también me han recomendado "La ladrona de libros" (la traductora), y de hecho ya la tengo en mi poder ...pero creo que me voy a iniciar en la lectura de "versiones originales" ...quizá me arriesgue con "La Historia Interminable" en alemán ...o puede que Auster ...

entre líneas dijo...

...por cierto, me anoto alguna de esas "Grnades Novelas que cambiaron tu vida" para futuras lecturas.

lost in translation dijo...

Yo también recuerdo perfectamente el momento en el que leí Los renglones... Me lo recomendó una persona muy especial, creo que "mi experta en recomendaciones femeninas", y devoré cada una de sus páginas.
Me sumo a las recomendaciones de Expiación (para mí sí que es una de las historias que marcaron mi experiencia como lectora) y la Ladrona de libros (me emocioné con cada uno de sus personajes y al terminarlo me quedé un poco huérfana).

Jero Piñeiro dijo...

Laura: una conocida de ambos me comentó que lo habías leído (y que se lo habías prestado a ella, creo). Ya sabes de quién te hablo, jijiji... Bicos!

Quela: creo que sé a qué película te refieres ;) No digo más por no spoilear innecesariamente... Tomo nota de tu recomendación (como siempre), aunque lo cierto es que ahora mismo tengo muchísimos libros en lista de espera y no tengo ni idea de cuándo me descolgaré con una nueva "recomendación femenina". "La gran fábrica de las palabras" sí puede que la hojee rapidito en la Fnac :)

Tentadora: no sé si leeré "Expiación" en breve. En parte por lo mismo que le comento a Quela: tengo muchísimos libros pendientes; y en parte porque, teniendo la película tan fresca en la memoria, inevitablemente me apetece más aventurarme en historias que puedan sorprenderme un poco más.

Traductora: anotado tu voto (y ya van 3) a "La lectora de libros". Por cierto (cambiando totalmente de tema): ¿puede ser que nos hayamos cruzado por Santiago hace cosa de un par de semanas? Ibas con un chico (asumo que tu marido) por la acera del Jacobus y, si no eras tú, era alguien que se te parecía mucho (no te conozco en persona, pero he visto fotos tuyas en tu casa). "Pode ser que si ou pode ser que non", que decían en el Xabarín...

lost in translation dijo...

El chico era muy alto? He estado todo el verano en Santiago y por esa zona he pasado mucho, así que puede ser. La próxima vez, párate y nos presentamos ;)

Jero Piñeiro dijo...

Pues no lo recuerdo, jeje, apenas tuve tiempo de pensar en si serías tú o no... La próxima vez me paro, prometido (y si no eras tú, como la chica tenía pinta de maja, igual hago una amiga nueva, jajaja)

Ѕilυiα dijo...

Jeriño... me lo regaló mi hermano para mi cumple pero no se... no me engancha y lo he dejado aparcado para no variar... igual lo intento otra vez si lo recomiendas tu... Besitos!

Jero Piñeiro dijo...

Ya sabes que tus gustos y los míos discurren por caminos muy diferentes, Silviña (aún me duele el corazón cuando recuerdo lo que dijiste de "Los Soprano", jajaja). Si no te gusta, pues no te gusta ;) Besos, hermosa!