viernes, agosto 20, 2010

Sfar y Blain, amigos de los animales

De entre los autores franceses que han popularizado la llamada nouvelle bd, sin duda el más mediático (aunque quizás no el más meritorio) es Joann Sfar. En parte por sus indudables capacidades como guionista y dibujante de tebeos, mas también por su condición de moderno “hombre del Renacimiento”: no sólo sus obras tebeísticas, ya sean de autoría total o compartida, demuestran un amplio conocimiento sobre historia, arte, filosofía, religión o música, sino que además recientemente ha dado el salto al cine firmando un biopic sobre el cantatutor galo Serge Gainsbourg basado en uno de sus propios comics. A la espera de poder verla, conviene señalar que la película ha acumulado toda suerte de críticas, desde las más duras hasta las más elogiosas; motivo de más para interesarse por la cinta.


Como lector parcial de su obra (su producción, feliz víctima de su incontinencia creativa, es ya innumerable), confieso sentir grandes simpatías hacia la visión que Sfar ofrece de la naturaleza humana a través de los ojos de los animales. Buscando un punto de vista objetivo a partir del cual poder analizar las motivaciones y flaquezas del hombre, Sfar cuenta entre sus más celebrados personajes con el felino parlante protagonista de la serie “El gato del rabino”, donde da buena cuenta de las tradiciones judías (etnia a la que el propio autor pertenece, ya sea por parte de su padre Sefardí o de su madre Ashkenazi), y el perro (parlante también) cuyas aventuras se nos narran en la que tal vez sea mi serie predilecta de cuantas ha escrito Sfar: “Sócrates el semi-perro”.


En este caso, como en muchos otros, Sfar delega la parte gráfica de la obra en otro dibujante. Se trata de Christophe Blain, autor de la fantástica “Isaac el pirata” (y también de la celebrada “Gus”, que aún no he tenido el gusto de leer) y artista más capacitado incluso que Sfar para la narración gráfica. Su trazo de dinámica soltura y expresividad apabullante se combina con un magnífico uso del color para lograr una plasmación visual aparentemente simple y/o feísta que se revela sublime en cuanto uno profundiza un poco bajo su superficie.


La historia, desarrollada hasta ahora en tres álbumes (el último de los cuales, “Edipo en Corinto”, ha sido publicado en nuestro país a principios de 2010), sigue las andanzas de Sócrates, el perro filósofo del héroe mitológico Heracles, autodenominado semi-perro en cuanto que su amo no es un simple mortal, sino un semi-dios. De la mano del hijo de Zeus, Sócrates descubrirá las bajezas de las compulsiones humanas, haciendo especial hincapié en la sexualidad y la violencia, abordadas siempre desde un prisma cómico que pretende hacer una lectura paródica de la mitología griega desde el punto de vista sociológico actual. Así, el monólogo interior de Sócrates lanza sus dardos envenenados contra la nobleza y el estamento militar, la superstición religiosa, los tabúes sexuales o la educación, siempre desde una perspectiva filosófica, ya sea claramente dialéctica o puramente sofística (vías del pensamiento de las cuales Sócrates es plenamente consciente).


La fina ironía que impregna todas las páginas de esta obra la aleja de ser un tebeo, diríamos, tronchante. “Socrates el semi-perro” busca antes la sonrisa cómplice que la carcajada incontenible. Su humor queda reservado para los amantes de la sutileza, no siendo en absoluto una lectura recomendable más que para lectores adultos y, aún diría más, mínimanente competentes en cuanto al conocimiento de la mitología en que la serie se inspira.

Si eres tú uno de tales, vaya contigo mi más rotunda recomendación.

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