domingo, noviembre 18, 2012

Haneke will tear us apart

“Ama hasta que te duela. Si te duele es buena señal.”

Teresa de Calcuta


Una vez más, el ciclo Cineuropa ofrece a los compostelanos la posibilidad de ver una de las películas más destacadas de la reciente producción internacional con adelanto a su estreno comercial en las salas españolas. Si hace unos días comentaba el caso de “Holy Motors”, hoy el protagonismo es para el último largometraje del siempre temible Michael Haneke. “Amour”, galardonada con la Palma de Oro en Cannes, no llegará a las pantallas nacionales hasta finales de diciembre (el día 21 si atendemos a su ficha en IMDb; el 28 si nos fiamos de FilmAffinity), pero unos cuantos hemos tenido la suerte de sufrir con ella este fin de semana en el marco del festival que se celebra actualmente en la capital gallega.

Sufrir, sí. Porque a poco que uno conozca la filmografía previa del cineasta austríaco ya debería saber que su descarnado naturalismo huye de cualquier complacencia posible y escarba con decisión en los recovecos más oscuros de la naturaleza humana. La novedad en el caso de “Amour” reside en la condición benévola de sus protagonistas, alejados de los caracteres monstruosos que poblaban las terroríficas “El vídeo de Benny”, “Funny Games” o “La cinta blanca”. No deja de resultar inquietante (y mucho) que ese demiurgo cruel que es Haneke se las haya arreglado para hacer del sentimiento más noble, puro y elevado de la humanidad, el amor, una de sus armas de destrucción emocional más virulentas.


La película presenta a una pareja de ancianos, ambos antiguos profesores de piano, que disfrutan de su senectud sin sobresaltos en su acogedor piso parisino. Su agradable cotidianidad quedará truncada cuando ella sufra una embolia y su movilidad y autonomía se vean drásticamente reducidas. Comienza entonces un proceso de degeneración física y mental que pone de manifiesto los robustos pilares que sostienen su matrimonio al tiempo que convierte su existencia en una agónica cuenta atrás de duración incierta. Los lazos familiares y de amistad (una hija distante, un alumno aventajado) se tensan y enrarecen en torno a la enfermedad, y las suspicacias se incrementan a medida que las energías y la paciencia se agotan. Así, lo que inicialmente parecía un hogar confortable, entorno envidiable en el que degustar los últimos años de un par de vidas, se convierte progresivamente en un mausoleo opresivo cuyas paredes caen sobre el espectador como una losa. En este espacio íntimo, dos protagonistas con cátedra, Jean-Louis Trintignan y Emmanuelle Riva, ofrecen sendas actuaciones perfectas, bordeando el milagro interpretativo y consiguiendo que todo resulte tan vívido y verosímil que uno realmente cree estar viendo ese amor del título en cada gesto, palabra y mirada que la pareja se dedica.


Con cadencia lenta y detallismo rayano en el regodeo, emulando el desacelerado ritmo de la decrepitud que se nos muestra en pantalla, la cámara de Haneke registra el día a día de una mujer absolutamente dependiente, mortalmente herida en su dignidad, y de un marido entregado a su cuidado, impotente ante una adversidad para la que no existe vuelta atrás. Fiel a sus postulados estilísticos, el realizador rechaza cualquier atisbo de floritura formal (ni siquiera la utilización de música extradiegética) y aboga por una visión frontal de los hechos (aunque ésta se consiga, irónicamente, haciendo un uso característico de la acción fuera de plano) que elude tajantemente la sensiblería con la que tantos otros habrían decidido abordar el mismo material. Para entendernos: según los estándares hanekianos, una cinta como “Arrugas” es prácticamente una comedia de los hermanos Marx.

Hay, sin embargo, una innegable ternura palpitando en todas las escenas de “Amour” que hace que su efecto anímico sea si cabe más desolador.  La historia narrada nos es tan cercana, tan irremediablemente cotidiana, que resulta imposible no empatizar con el drama de esa pareja de viejecitos que se siguen queriendo con locura tantos años después. Todos tenemos nuestras propias experiencias relacionadas con el deterioro físico y mental de nuestros mayores, y es inevitable proyectar en los personajes del film la congoja y frustración que sentimos en carnes propias al lidiar con la pérdida de aquellos seres que nos fueron tan queridos. Pero “Amour” funciona también como una premonición: aquel “como te ves me vi, como me ves te verás” que saluda al visitante del cementerio. La promesa funesta de que todos caminamos hacia el mismo destino.


El último trabajo de Haneke es una película soberbia que no ofrece tregua ni alivio. Es asfixiante y agotadora y te deja el corazón en los huesos. Sus imágenes se quedan contigo durante horas, días, recordándote de forma lacerante que todo lo que amas morirá algún día y que, como decía Nietzsche, “todo lo que se hace por amor se hace más allá del bien y del mal”. Una obra maestra del dolor que tardaré mucho tiempo en revisitar... si es que alguna vez encuentro fuerzas para hacerlo.

8 comentarios:

Iñaki dijo...

Buenas, a mí el sadismo de este señor es que me tira para atrás.

No se si a Haneke le gusta más torturar a sus personajes o al espectador, pero su afán por el dolor se pasa de la raya para mi gusto.

Puestos a "aguantar" crueldades y bofetadas de realidad aumentadas por el camino del verismo documental distorsionado me quedo con Lars.

Si tenía pocas ganas de ver el nuevo trabajo de Haneke, ahora mis posibilidades se reducen a cero.

Gracias por la advertencia y saludos en paralelo.

Jero Piñeiro dijo...

No sé qué decirte, Iñaki. Por un lado, reconozco que yo también lo paso fatal con las películas de Haneke (con "Funny Games" especialmente, menudo sufrimiento), pero por el otro no puedo dejar de maravillarme ante sus inmensas virtudes como director. Aún no he visto una cinta suya que no me parezca, como mínimo, de notable, y aunque siempre me deje el ánimo por los suelos, cada vez que estrena film me mentalizo de lo que voy a ver y disfruto/padezco sus nuevos proyectos con enorme interés. Pero vamos, que entiendo que a mucha gente le desagrade su cine y que prefiera evitarlo... A mí eso me ocurre con las cintas de "torture porn" estilo "Las colinas tienen ojos", a las que no les encuentro atractivo ninguno. De Von Trier me faltan bastantes por ver, entre ellas "Anticristo" (que según me han comentado es la más salvaje), pero entre las que he visto del danés y las que he visto del austríaco, pareciéndome ambos directores muy interesantes, me quedo definitivamente con Haneke. Para gustos los colores, claro.

Iñaki dijo...

Claro, si ahí está lo paradójico que mi comentario, que cinematográficamente es un realizador impecable. CACHE me parece soberbia y FUNNY GAMES impresionante (incluso su auto remake yankee era resultón), pero cuando ya anuncia el sufrimiento humano como emblema enarbolado en alto para subrayar lo gravoso y serio de su comentario, de verdad que no puedo.

Por cierto, justo comentas ANTICRISTO que me parece magnífica, y creo que con MELANCOLÍA coincidíamos en que era una película estupenda y bellísima, aun con su inherente carga de dolor.

No se, igual me animo. Al final la cosa estará entre GI.JOE 2 y el último Haneke; donde habrá más dolor? ;-)

Saludos en paralelo.

Jero Piñeiro dijo...

"Melancolía" me pareció interesantísima, aunque quizás arranque mejor que como termina. Mi problema con Von Trier es que a veces me parece que le importa más demostrar lo grandísimo director que es que hacer lo necesario para que la película sea redonda. Le sobra ego y petulancia, me temo. Cosa que a Haneke no puedo achacarle.

¿"G.I. Joe 2" se va a estrenar algún día? Porque lleva un retraso... Conste que a mí nadie me hace sufrir tanto delante de la pantalla como Adam Sandler ;)

entre líneas dijo...

...pues lo que menos necesito en este momento es que el corazón me quede en los huesos ... me lo plantearé de esta forma: Amour o voler a ver Elegy?

Jero Piñeiro dijo...

Tentadora, aunque sólo sea porque "Elegy" ya sabes que no (y no y no y no), yo le daría una oportunidad a "Amour". Bien mentalizada de lo que vas a ver, eso sí...

Noelia dijo...

Y que decir... uno se queda sin palabras. Después de ver a estos grandísimos actores en la pantalla que nos reflejan una realidad cotidiana tan clara y presente uno se queda paralizado.
Si cuándo vi "Requiem for a dream" no quería comer, después de esta "obra de arte" mi sangre se ha quedado congelada. Esto si que es impactar/hacer reaccionar al espectador.
Gracias por el consejo, por la crítica y sobre todo por hacer posible su visionado.
Quedará en nuestras mentes por mucho tiempo.

Jero Piñeiro dijo...

De nada, Noe ;) Yo también me quedé en shock después de ver "Amour", y aún hace un par de días Eva me comentaba que había imágenes de la peli que le seguían viniendo a la cabeza varias semanas después. Un mazazo de película, sin duda.