domingo, noviembre 25, 2012

El poder de la palabra

"La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas."

Sigmund Freud.

Gabriel Byrne, photoshopeado para la ocasión en una imagen publicitaria de "En terapia".

No tengo por costumbre escribir sobre una serie de televisión hasta no haber visto todos los episodios emitidos en el momento de publicar la reseña, pero hoy vais a permitirme que me salte esta regla interna del Abismo a la torera. ¿La razón? Acabo de terminar el capítulo 17 de la segunda temporada de “En terapia” (titulado “April, Semana 4”) y no he podido reprimir la necesidad de recomendar esta obra maestra de la televisión a todo el que pueda estar leyendo estas líneas.

Paul (Gabriel Byrne) escucha las confesiones íntimas de Alex (Blair Underwood).

“En terapia” (“In treatment”, en el original) comenzó a emitirse en EE.UU. en enero de 2008 a través de la cadena HBO y se mantuvo en antena durante tres temporadas, alcanzando la friolera de 106 episodios. Producida por Mark Wahlberg y desarrollada por el showrunner Rodrigo García (hijo del escritor Gabriel García Márquez), se trata de un remake de la producción “BeTipul” del canal israelí HOT3, que también fue adaptada a otras nacionalidades en títulos como “In therapie” (NCRV, Holanda), “En terapia” (TV Pública, Argentina), “En thérapie” (TV5, Canadá), “Sessão de terapia” (GNT, Brasil) y un largo etcétera que incluye países como Polonia, Hungría, Serbia, Eslovenia o la República Checa. Tarde o temprano tendremos una versión española, seguro (siempre que uno no considere “El grupo” como un antecedente directo de “BeTipul”). La razón de esta miríada de reinterpretaciones internacionales es evidente: su formato es sencillamente perfecto.

La veterana actriz Dianne Wiest es Gina, la terapeuta y ¿amiga? de Paul.

“En terapia” (la versión de HBO en lo sucesivo, ya que es la única que conozco de primera mano) narra las sesiones que el psicoanalista Paul Weston mantiene a diario con sus pacientes. La serie se emitía de lunes a viernes en episodios de entre 20 y 30 minutos, y en cada temporada Paul trataba cuatro casos diferentes. En la primera, por ejemplo, los lunes Paul recibía a Laura, una atractiva doctora con problemas de estabilidad emocional; los martes atendía a Alex, un piloto de combate atormentado por sus experiencias en la guerra de Irak; los miércoles trataba a Sophie, una brillante gimnasta adolescente con tendencias suicidas, y los jueves recibía a Jake y Amy, una pareja en crisis. Los viernes, por su parte, eran el día en que el propio Paul acudía como paciente a la consulta de su colega profesional Gina para tratar de poner en orden su atribulada vida familiar. De este modo, cada temporada de “En terapia” puede a su vez descomponerse en cinco, dependiendo de cómo prefiera el espectador afrontar su visionado: bien en horizontal (siguiendo el programa a diario, de lunes a viernes, lo cual proporciona una mayor visión de conjunto), bien en vertical (interesándose por un paciente cada vez, despachando primero todos los episodios del lunes si quiere centrarse en la trama de Laura o todos los del jueves si siente más afinidad por el matrimonio formado por Jake y Amy).

Los protagonistas de la primera temporada de "En terapia".

Cada episodio de “En terapia” se desarrolla en un espacio cerrado, el despacho de Paul (o el de Gina, los viernes), e incluye un máximo de tres o cuatro actores, aunque la norma general es que sólo haya dos protagonistas por capítulo. Esta austeridad prácticamente teatral es uno de los valores principales del producto y la razón de que su traslación a otras latitudes sea un hecho tan sencillo como efectivo. En toda la historia del medio catódico, posiblemente “En terapia” sea la serie de televisión que ofrece más por menos.

Antes de ser Alicia en el País de las Maravillas de Tim Burton, Mia Wasikowska bordó su papel como Sophie en la primera temporada de "En terapia".

El otro gran aliciente de la producción de cara a su exportación es su universalidad. Los casos a los que Paul hace frente como terapeuta son absolutamente veraces y cotidianos, perfectamente adaptables a las diferentes culturas e idiosincrasias nacionales, hasta el punto de que la serie convierte al espectador en una suerte de voyeur que se sentirá incómodo, conmovido o asqueado con algunas de las confesiones de sus protagonistas por considerarlas turbadoramente reales. Confesiones tan vívidas, tan gráficas en ocasiones, que nuestra propia cabeza las reimaginará audiovisualmente de un modo infinitamente más satisfactorio que si realmente estuviésemos viéndolas en pantalla. El sexo hablado de “En terapia” es más placentero, lascivo o denigrante cuando somos nosotros los que le damos forma a partir de las palabras del paciente de turno, y la explicación en primera persona de un trauma infantil resulta más desasosegante a través de un plano fijo sobre el rostro de quien lo enuncia de lo que jamás lo sería un explícito flashback en tonos ocres.

A Alison Pill le gustan las series de la HBO. En la segunda temporada de "En terapia" la vemos interpretando a April, mucho antes de unirse al reparto de "The Newsroom".

Aquí, claro, es preciso detenerse en los dos grandes pilares narrativos de la serie: guión y actores. Ambos van de la mano en una producción que rehuye cualquier artificio formal (no hay espectaculares movimientos de cámara ni vibrantes recursos de montaje, y apenas un par de minimalistas apuntes musicales aquí y allá) y pone toda la carne en el asador gracias a unos diálogos (y unos silencios) precisos y contundentes, de una naturalidad asombrosa que roza el milagro. Interpretados, además, por un reparto en continuo estado de gracia que se identifica a la perfección con sus roles hasta el punto en que uno finalmente olvida al actor y se queda prendado de la persona a la que encarna. La sensación de intimidad y empatía que uno alcanza con los personajes de “En terapia” es una de las experiencias más gratificantes que he vivido nunca con una serie de televisión. Que el mascarón de proa de este elenco dramático sea un grandísimo, inmenso Gabriel Byrne en el papel de su vida (y hablamos del infravalorado protagonista de films como “Muerte entre las flores” o “Sospechosos habituales”) es la mejor de las referencias posibles. Pero todos los demás actores, ya digo,  están igualmente sublimes.

De pequeño yo creía que los Byrne eran una sola familia multidisciplinar: Gabriel el actor; David el músico y John el dibujante de comics.

Con todo, tampoco sorprende el hecho de que “En terapia” sea una serie que ha pasado tristemente desapercibida para el público español. Ya editadas en DVD (sin audio en castellano, ojo) sus dos primeras temporadas, y a la espera de que llegue a las tiendas la tercera y última, es mucho más complicado encontrar en internet reseñas de esta serie en nuestro idioma que de otras infinitamente menos interesantes y más laureadas por crítica y público. Que el internauta medio babee con vistosas mediocridades como “Fringe” o “Homeland” existiendo una joya por descubrir como esta “En terapia” no es un misterio, y responde a la misma lógica de audiencias que rige el resto del entretenimiento audiovisual: las obras inteligentes requieren espectadores inteligentes, sí, pero también visibilidad pública. No está en mi mano resolver la primera condición. Para la segunda, esta efusiva recomendación es mi pequeña aportación a la causa. Espero que no caiga en saco roto.

11 comentarios:

David GB dijo...

Primero, me has despertado muchísimo interés sobre esta serie de la que sólo había visto la imagen promocional en alguna web. A priori, la propuesta parece original y arriesgada. Mola, mola, mola.

Segundo, ¿Homeland mediocre? ¡Otro que ha visto la versión polaca!

Jero Piñeiro dijo...

De entrada te advierto que "En terapia" es la clásica serie que o te deslumbra con su formato, su temática y su tono, o no entras en ella. Conozco gente a la que no le ha interesado nada después de los primeros episodios, y la verdad es que las filias y fobias personales mandan mucho. Le pasa lo mismo que a "Mad Men", aunque en otras coordenadas. Eso sí, si el punto de arranque te parece atractivo, prepárate para disfrutar como un cochino en un lodazal.

"Homeland" me parece mediocre, sí. Igual suena a boutade, dada la inmejorable recepción general, pero su primera temporada fue para mí una auténtica decepción. La vi tras el aluvión de premios en los últimos Emmy y no podía creerme que algo tan carente de sutileza, tan culebronesco y hasta cierto punto predecible se hubiese impuesto a la quinta temporada de "Breaking Bad", la segunda de "Boardwalk Empire" o la quinta de "Mad Men" ("Juego de Tronos", última de las nominadas a mejor serie, tampoco me parecía rival para las mentadas). Conste que "Homeland" no me parece una serie mala. Es un producto de entretenimiento bien facturado, ideal para pasar el rato sin darle demasiadas vueltas al coco. Pero al lado de otras cosas que se están haciendo en la actualidad, me parece que está sobrevaloradísima.

Anónimo dijo...

Me has tocado la fibra sensible:¡Es mi serie favorita!.
Creí que ibas a pasar de largo y que no comentarías,pero ya veo que te ha impactado tanto como a mí.
Los personajes y sus problemas vitales son tan reales que,como tan bien dices tú,despiertan en el espectador un gran sentimiento de cercanía.
Los actores están todos estupendos pero el" number one" es G.Byrne.
Para mí Gabriel Byrne será para siempre PAUL.

Un abrazo. Medeca

Anónimo dijo...

Genial Gabriel Byrne y vaya pedazo de elenco de actores (qué bueno el padre de Frasier y qué grande su mujer, después ménade espectacular en True Blood). A mí la serie me encanta, pero la recomendé y no tuve mucho éxito porque, eso sí, es lenta, lenta, y hay que estar muy atento.

Merche dijo...

¡Que bueno que rescates una serie taaaan buena! Yo la ví cuando se emitió en Estados Unidos y, simplemente, me fascinó.
Su formato teatral: desarrollo de cada episodio practicamente en tiempo real y único escenario, forzaban a que se sostuviera "tan solo" con un texto de calidad y una interpretación solvente... y lo consigue con creces.
Los personajes tienen fuerza y complejidad de sobra para que te interesen sus casos y, en mayor o menor medida, empatices con ellos. Pero por encima de todos destaca el psicoterapeuta, Paul, soberviamente interpretado por un Gabriel Byrne que, si normalmente es un actor magnífico, en la serie asombra hasta el punto de que no puedo imaginarme a ningún otro interpretando este personaje complejo e intenso, que se debate en su propio infierno emocional tratando de manejar pacientes, familia y terapeuta/amiga.
Desgraciadamente, sólo tuvo 3 temporadas y, francamente, la tercera fue un tanto "descafeinada", pero la intensidad de las 2 primeras son motivos suficientes para volver la verla de tanto en tanto.

David Fernández dijo...

Coincidimos: es una seriaza, que me tuvo enganchado como pocas.

Las dos primeras temporadas son casi perfectas. Especialmente por el trabajo de Byrne, Wasikowska (me impresionó muchísimo su trabajo) y Pill.

Un saludo, Jero.

entre líneas dijo...

pues en saco roto no van a caer tus recomendaciones porque a mí ya me está apeteciendo verla!

Jero Piñeiro dijo...

Medeca: ¿más favorita que "The Wire"? Jajaja. Desde luego son bastante incomparables, pero no es casual que ambas vengan con el sello de calidad de la HBO. Y sí, si hay un papel por el que Byrne será recordado por los siglos de los siglos, ése es el de Paul Weston. Besos.

Anónimo: hay espectadores que sostienen que "lento = aburrido", pero yo creo que hay historias que necesitan un ritmo frenético y otras que, por su naturaleza, precisan de un desarrollo más pausado y reflexivo. "En terapia" pertenece al segundo grupo, desde mi punto de vista.

Merche: todavía no he visto toda la segunda temporada, así que no puedo confirmar ese "descafeinamiento" de la tercera, pero espero que el bajón no sea tan gordo, porque por ahora la serie, como digo, me está entusiasmando.

David Fernández: es verdad, las dos chicas jóvenes de la primera y segunda temporadas son posiblemente los personajes más interesantes y mejor interpretados (junto a Paul, of course). Wasikowska y Pill están espléndidas.

Tentadora: pues creo que te puede gustar mucho, ¿eh? Dale una oportunidad ;)

merchep dijo...

Mis "pacientes" favoritos, sin duda Sophie la gimnasta de la primera temporada, seguida de Sunil y April de la 2ª. La parejita de los jueves en la primera temporada son, sencillamente insoportables.
Pero sin duda, el mejor "paciente" es el propio Paul...

Si la tercera temporada decae es también (o puede que fundamentalmente) porque ya no contaban con el respaldo argumental de la serie original israelí. Ficharon al principal guionista para seguir en EE.UU. pero creo que adolece de la calidad de las historias originales.

Noelia dijo...

me uno a la tentación de eva!!!

Jero Piñeiro dijo...

Merchep: todavía no he conocido a Sunil, pero Sophie y April son sin duda mis pacientes favoritos hasta ahora (aparte de Paul, claro). Quizás esa necesidad de crear nuevas tramas desde cero sí le pase factura a la tercera temporada. Aún así, yo la afrontaré con el mismo interés que hasta ahora me han despertado las dos primeras.

Noe: pues ya sabes ;) ¡Espero que te guste!