domingo, diciembre 18, 2011

El riff como senda, el rock como destino

“El Camino” (nada que ver con Escrivá de Balaguer, imagino) es el nuevo disco de The Black Keys. Apenas un año después de su celebrado “Brothers”, el dúo de Akron (Ohio) formado por Dan Auerbach y Patrick Carney vuelve a las andadas, y lo hace con un LP que continúa abriendo la vereda del blues-rock a un público más amplio, dulcificando la rudeza setentera de sus primeros trabajos y encontrando en la colaboración compositiva del productor Danger Mouse (curtido en mil y un proyectos y artífice junto a Cee Lo Green del exitoso fenómeno Gnarls Barkley) la clave para desentrañar el misterio del estribillo perfecto.


“El Camino” es un disco de pegada inmediata, plagado de riffs guitarreros que se reconocen al vuelo de forma casi instintiva como algo que uno ya llevase escrito en su propio código genético. Tras el pelotazo inicial de ese “Lonely boy” que invita desde el primer acorde a mover enérgicamente el buyate (si al escuchar este tema no te sientes impelido a agitar las caderas como una gogó puesta de speed es que no tienes sangre en las venas), el álbum golpea al oyente con una colección de trallazos en quinta marcha que conforman lo que bien podría ser un recopilatorio de singles de los White Stripes siempre que a Jack White le hubiesen bajado los testículos al llegar a la edad adulta.


Pepinazos como “Dead and gone”, “Gold on the ceiling”, “Sister”, “Stop stop”... (¡y así hasta 11!) se suceden sin aminorar la marcha, salvo en los primeros compases de la estupenda "Little black submarines", durante 38 minutos que piden una reescucha inmediata porque saben a mucho, sí, pero también porque dejan con ganas de más todavía.

El único defecto de “El Camino” es tal vez (y sólo tal vez) que esa misma condición de blíster para píldoras monodosis diluye el sentido discursivo del álbum. No hay una secuenciación (llamémosle) necesaria en él porque cada canción es en sí misma una meta. “El Camino” no pierde punch aunque sea escuchado de forma desordenada porque sus cortes son, todos, una alegría individual. Como en un greatest hits, donde lo que sonó antes y lo que sonará después no influyen demasiado en lo que está sonando ahora. Aunque, planteado así, tampoco parece algo especialmente negativo...

2 comentarios:

charlie furilo dijo...

Como dirías tú: un discarral.

Fíjate que no había escuchado a estos tipos en mi vida, pero este disco no paro de oirlo una vez tras otra, y fijo que está en las primeras posiciones de mi lista de discos del 2011 (que supongo algún día de estos publicaré, aunque igual es mucho suponer,jejeje...). Tanto me han gustado The Black Keys, que ya me he bajado el anterior "Brothers", a ver que tal...

Saludos camarada!!!

Jero Piñeiro dijo...

Yo los descubrí con "Brothers" hace unos meses, pero reconozco que hasta este "El Camino" no me habían enamorado. Seguro que también estará en algún lugar de mi lista de discos favoritos del año.

Corto y cambio, camarada ;)