viernes, septiembre 09, 2011

Miércoles pijameros

Es bastante probable que si a un lector de tebeos de la década de 1960 le plantásemos ante las narices alguno de los títulos más o menos candentes que las majors norteamericanas del sector (Marvel y DC) publican mensualmente en la actualidad, la actitud trasnochada de los super-héroes modernos se le antojase cínica, antipática e ideológicamente deleznable. No es preciso ser un gran observador para advertir que, salvo en muy contadas excepciones, el excitante sentido de la maravilla y la colorida alegría pulp que durante muchos años fueron el pilar sobre el que se erigía el género brillan por su ausencia en los oscuros e hiper-violentos tiempos del crossover perpetuo y la ultimatización molona de turno.

Portada de la edición española en un solo tomo de "Wednesday Comics".

Tal vez por eso DC Comics decidió hace un par de años, por iniciativa del editor Mark Chiarello, recuperar el sabor añejo y entrañable que una vez fue seña de identidad de las aventuras de sus personajes más destacados en una cabecera de periodicidad semanal que emulase el estilo de las publicaciones que, con sus Flash Gordon y sus Prince Valiant, décadas atrás alegraban las mañanas del domingo a niños y no-tan-niños. Trasladando el día de venta al miércoles, la editorial propietaria de personajes tan icónicos como Batman o Superman lanzó una docena de entregas de estos “Wednesday Comics”, conteniendo cada ejemplar 15 páginas, protagonizada cada plancha a su vez por un héroe diferente en una aventura en constante “continuará”.

Superman en versión de Lee Bermejo.

Contando con algunos de los mejores dibujantes de que el tebeo norteamericano puede presumir en la actualidad y puestos éstos al servicio de unos guiones que van desde lo anodino hasta la sublimación del concepto super-heroico, los “Wednesday Comics” que hace poco fueron recopilados en España por Planeta de Agostini consiguen capturar el espíritu inocente y desenfadado que guionistas como Frank Miller, Warren Ellis o Mark Millar se han encargado de dilapidar a conciencia en el último cuarto de siglo (a veces, eso sí, con resultados maravillosos).

Green Lantern visto por Joe Quiñones.

Pese a que la irregularidad sea la nota dominante, las páginas protagonizadas por Superman, Green Lantern, Metamorfo, Adam Strange y Flash suponen un perfecto ejemplo de por qué los héroes con leotardos no necesitan integrarse necesariamente en un mundo tan deprimente y hostil como el real para resultar cercanos, siendo a veces más satisfactorias sus aventuras cuanto más se dejen éstas llevar por la imaginación desatada y menos se planteen otro objetivo que el de evadir al lector durante unos minutos de sus preocupaciones terrenales. Ayuda, por supuesto, que los ilustradores Lee Bermejo, Joe Quiñones, Mike Allred, Paul Pope y Brenden Fletcher hayan firmado para la ocasión unas planchas dignas de figurar en un museo de arte moderno, resultado obvio de una libertad en las fechas de entrega que permite el lucimiento del artista sin imponerle los habituales plazos inhumanos con los que el profesional que trabaja para el mercado mainstream debe lidiar habitualmente.

La palma, tanto por guión como por dibujo, se la lleva la deliciosa historia protagonizada por Kamandi, escrita por Dave Gibbons y dibujada por Ryan Sook, que se asemeja bastante a lo que podría haber sido “El planeta de los simios” plasmado sobre el papel por el titánico talento de Harold Foster.

Las aventuras de Kamandi, según la "fosteriana" interpretación de Ryan Sook.

Tampoco el Deadman de John Arcudi y Vinton Heuck, el Hawkman de Kyle Baker, los Jóvenes Titanes de Eddie Berganza y Sean Galloway o la inesperada asociación entre Demon y Catwoman que proponen Walt Simonson y Brian Stelfreeze debieran pasar desapercibidos al lector deseoso de alegres fantasías intrascendentes. Sin llegar al altísimo nivel de los mejores relatos recogidos en esta antología, son dignas muestras del potencial que estos personajes pueden desarrollar cuando son tratados con el cariño y respeto que sus largas trayectorias editoriales sin duda debieran suscitar.

Flash se enfrenta a Gorilla Grodd en una historia dibujada por Karl Kerschl y coloreada por Dave McCaig.

Menos alabanzas se merecen las interpretaciones de Batman en manos de Azzarello y Risso, Supergirl a cargo de Jimmy Palmiotti y Amanda Conner, el Sargento Rock en versión de Adam y Joe Kubert o los Metal Men re-imaginados por Dan DiDio, José Luis García-López y Kevin Nowlan. El problema, como ya habrá imaginado el lector que conozca las virtudes de todos los dibujantes mentados, no estriba desde luego en la dimensión gráfica de las historietas, sino en el escaso acierto de sus responsables literarios a la hora de desarrollar los guiones de las mismas. En unas ocasiones se trata de un error en la aproximación a la mitología del personaje (como en el caso de Azzarello, que se olvida del componente super-heroico del héroe gothamita para plantear un relato que bebe más de James M. Cain o Raymond Chandler que de Bob Kane o Dennis O'Neil). En otras, simplemente, de un planteamiento argumental poco ambicioso y torpemente desarrollado.
Me dejo para el final el particular caso de “Wonder Woman”, escrito e ilustrado por Ben Caldwell, y que adolece más que ningún otro título de la reducción en el tamaño de la edición publicada por Planeta. El dibujo del animador norteamericano es tan bonito como densa y farragosa su propuesta narrativa, resultando su historieta una de las más gratificantes de ojear y, sin embargo, la más pesada para leer de cuantas componen esta colección de relatos.

El prestigioso artista indie Paul Pope ofrece su visión de Adam Strange. Los mandriles azules siempre molan.

“Wednesday Comics” funciona estupendamente como catálogo artístico, como objeto fetiche y como soporte para unas cuantas aventuras super-heroicas que harán las delicias de los lectores más atacados por la nostalgia, aunque posiblemente su acusada irregularidad y su elevado precio lo conviertan en una opción poco recomendable para quien no esté dispuesto a contemplar este material con la mirada inocente y fantasiosa que los iniciadores del género imprimieron al amanecer del súper-hombre pijamero.

Confieso que a mí, por momentos, me ha hecho terriblemente feliz.

2 comentarios:

David dijo...

Tiene una pinta muy bonita, sí. Y también parecía variado, y como sospechaba y señalas "irregular".
Lo que significaban antes estos personajes, el público al que se dirigían o lo que ofrecían y la evolución o esos cambios que los han trastocado es un tema del que habría mucho que sacar.
Un saludito.

Jero Piñeiro dijo...

De todo lo que es, lo que más es "bonito". El apartado visual es de lujo. Yo le comentaba a mi hermano, después de leerlo ambos, que preferiría con mucho que Marvel y DC se dedicasen a publicar álbumes de estilo europeo de sus personajes más emblemáticos, uno o dos al año por cabecera, con este nivel artístico y este tono pulp y fantacientífico, antes que ver cómo las librerías se llenan mensualmente de comics mediocres o directamente malos que además son complicados de seguir por cuestiones de continuidad.

Sobre todo el tema de la evolución de los super-héroes se pueden escribir varios libros. Y conste que a mí me gustan las "desviaciones macarras" tanto como al que más (siempre que estén bien hechas), pero no para personajes como Superman, Green Lantern o Flash. Qué pena, por cierto, que Aquaman y el Detective Marciano no tengan historia en "Wednesday Comics"... me parecen bastante más destacados dentro de la mitología DCera que Supergirl o los Metal Men.