jueves, septiembre 22, 2011

Descubriendo a My Morning Jacket

“Oh ooh ooh oh oooh ooh oooh oooooooh oooh ooooh
Yeay yeay yeay yeay yeay yeay yeay yeooooh

It's a darkness you can't deny
But it don't belong in a grown up mind
Suppose you'll find this place in a youngster's eyes
Coming into life you needn't cry
But as a boy you gotta let it go
Or it will cross the permanent threshold
You know you'll find out something is good
Oh black metal you're so misunderstood
(...)”


Pese a que My Morning Jacket acumulan ya más de trece años de trayectoria musical y a que la crítica había sido bastante elogiosa con sus álbumes “Z” (editado en 2005) y “Evil Urges” (aparecido en 2008), no ha sido hasta la publicación del reciente “Circuital” que un servidor se ha interesado por el trabajo de la formación de Louisville, Kentucky. Por consiguiente, me resulta imposible comparar las composiciones contenidas en este último LP con el sonido previo de la banda, y cualquier conclusión a la que pueda llevaros esta reseña debe entenderse como algo aislado y no extrapolable al resto de su discografía.

“Circuital” es un disco de rock reposado, melódico, elegante y discreto. Transita por senderos conocidos y no supone en ningún caso un ejercicio de vanguardia o transgresión. Tanto es así que corre uno el riesgo de infravalorarlo injustamente después de una primera escucha. Si uno se obceca en destacar los lugares comunes que pueblan el álbum por encima de su solidez compositiva y su ingenio soterrado, probablemente se perderá el crescendo de épica sutil que abre la función en “Victory dance” o la acertada disolución de aquélla en el corte que da nombre al disco, un anti-single de más de siete minutos de duración que posee el encanto del Ryan Adams de “Gold” guiñándole un ojo a los primeros Radiohead.


Así, sin estridencias ni sobresaltos, “Circuital” avanza a través de tonadas de fácil escucha pero lenta digestión que se revelan más y más valiosas en cada sucesiva revisión. No se perciben cortes de relleno ni grandes altibajos, tampoco bruscos cambios de marcha ni temas que sobresalgan del conjunto. Salvo uno: esa pedrada guitarrera con coros explosivos cuyos versos abren esta entrada y cuyo título es “Holdin on to black metal”. Una favorita inmediata, tan pegadiza como difícil de aburrir.

“Wonderful (the way I feel)” es una bonita balada de sensibilidad country adornada con un estribillo impecable; “Outta my system” se apoya con inteligencia en un sencillo y eficaz riff de guitarra y un trabajo vocal que remite a los Beach Boys, y “First light” aporta una luminosidad pop casi británica que ahonda en la homogénea variedad del conjunto.


Para el fin de fiesta, “Circuital” se reserva una pista con aroma oldie, “Slow slow tune”, que (pormenores de producción aparte) tanto podría haber sido interpretada hace medio siglo por el Elvis Presley más almibarado como hace apenas unos meses por el Bradford Cox (nombre real tras el alias artístico Deer Hunter) de “Halcyon Digest”, y una preciosa composición de piano, “Movin away”, que cierra el disco con la misma comodidad y parsimonia imperante en casi todo su minutaje.

Irónicamente, tal vez sea esta asequibilidad para el oyente la que pueda jugar en contra de “Circuital”. Pareciera que el disco se empeñe en no dar nunca la nota, en ser tan elegantemente discreto y estar tan alejado de la extravagancia desmesurada que otras propuestas más petardas alimentadas por el hype enarbolan sin rubor, que “Circuital” tire por la borda sus opciones para ser considerado uno de los grandes álbumes de este 2011 solamente por sus méritos musicales. Méritos de los que, por cierto, puede presumir con la cabeza bien alta.

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