Resulta curioso cómo la variable cinematográfica de la Teoría de la Relatividad puede condenar o salvar una tarde de cine veraniego. La ecuación parece sencilla: cuanto menos espere uno de una película, más contento se quedará con lo poco que ésta le ofrezca (y a la inversa; las expectativas altas conducen a la decepción). Sólo así se entiende que un servidor saliese algo tristón de ver “Enemigos públicos” (una peli que apuntaba a sobresaliente y se quedó en el aprobado) y abandonase plenamente satisfecho, apenas unos días después, la sala en la que se proyectaba “Resacón en Las Vegas”.
Con un título semejante (bastante más cafre en su traducción al castellano que el original “The hangover”) uno ya está advertido de antemano de que lo que va a ver no es la última de Tarkovsky (no seáis quisquillosos, ya sé que ese señor está muerto; sólo era un ejemplo). “Resacón en Las Vegas” no engaña a nadie ni lo pretende: es una comedia desmadrada, de esas que vuelven locos a los USAmericanos (y a gran parte de la hispanidad, para qué negarlo), repletita de tópicos y cuyo humor (tirando a grueso) hace referencia constante al sexo, la homosexualidad y el abuso de drogas. De las que el abajo firmante suele evitar a toda costa por el bien de sus escasos haberes económicos y la esperanza de vida de sus neuronas, vamos.
Pero estamos en agosto, sufriendo una cartelera lamentable (el día en que la fui a ver aún no se habían estrenado las últimas de Coixet y Von Trier y el resto de las que me interesaban ya las había visto) y en compañía del padre Karras, uno de esos impagables amigos de risa contagiosa al lado de los cuales hasta la comedia más tonta acaba encontrando una brecha en mi particular y galvánico sentido del humor (me pregunto si ése será su superpoder mutante); así que pago la entrada, me siento en mi butaca y me santiguo, aguardando lo peor.
Probablemente fuera por eso que la disfruté como un enano de principio a fin, pasando por alto lo predecible de su argumento (visto el título no merece la pena hacer una sinopsis, la verdad) y lo mediocre de su realización (salvo el ajustado ritmo) para, simplemente, dejarme llevar por sus descacharrantes y surrealistas situaciones encadenadas y el atractivo cómico de sus protagonistas (más vistos que el tebeo en sus correspondientes roles, pero igualmente efectivos).
Total, que no sólo me ha dado mucho más de lo que estaba dispuesto a exigirle, sino que además me ha proporcionado dos intensos minutos (los últimos) de lagrimones gordos como choricillos.
De risa, se entiende.
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(...que sí, que el título de la entrada viene de aquí...)
4 comentarios:
Qué ganas de ver a "les basterds" de Quentin, ¿verdad?
Saludos dunha porca {x_x}
No puedo negarlo, sempai, estoy en ascuas, jejeje... Saludos de vuelta de una perra seca ;)
Yo la vi el otro día, eso si... obligada por el humor absurdo y simple de mi mejor amigo y sin pagar... Me reí a ratos, un poco simplona pero bueno... con ese nombre no se podía esperar algo mejor... Con lo que me encané de la risa fue con las fotos del final..jajaj.. y con el pobre bebé... jajajaja...
Se ve que los amigos de humor simple ayudan a la taquilla de este tipo de pelis, jejejeje... A mí me gustó tanto, como dije, porque me esperaba un rotundo cagarro. Supongo que si me hubiesen hablado bien de ella habría salido algo defraudado. Las fotos son lo mejor, con mucha diferencia :)
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