domingo, febrero 08, 2015

Viñetas de invierno

En pleno febrero, las inclemencias del tiempo imponen una dedicación a los placeres domésticos entre los que destaca, en mi caso, el disfrute de cuanto tebeo caiga en mis manos. Son, en parte, lecturas aún pendientes de la cosecha navideña, pero también algunos de los más recientes lanzamientos de Norma, Panini, ECC o Planeta:

American Vampire 7
Guión: Scott Snyder. Dibujo: Rafael Albuquerque y Matías Bergara.
ECC Ediciones. Disponible en rústica y cartoné. 128 págs.


Comienza en España el "Segundo ciclo" de la saga vampírica que Scott Snyder y Rafael Albuquerque publican dentro de la línea Vertigo, y yo aprovecho que en esta ocasión mi implicación en la edición española es nula para enunciar unas breves impresiones sobre el tebeo. El hecho de que "American Vampire" sea, junto con "Fábulas", el título más exitoso en la actualidad de la línea para adultos de DC Comics es sintomático de las horas bajas del sello. Es cierto que las correrías de Skinner Sweet y Pearl Jones a lo largo del siglo XX estadounidense vuelan muy por encima de las descafeinadas fantasías de Bill Willingham, pero también lo es que están lejos del nivel del que Vertigo podía presumir hace unos años, cuando escritores como Grant Morrison, Garth Ennis, Warren Ellis, Brian K. Vaughan, Jason Aaron, Brian Azzarello, Matt Wagner o el mejor Peter Milligan que se recuerde hacían cola para dar salida a esas historias de creación propia que ahora la mayoría prefiere publicar bajo el paraguas de Image Comics.


Hay cosas de "American Vampire" que me gustan mucho: su concepción de la Historia en dos niveles (el que ha quedado registrado por la humanidad ignorante y el subterráneo, en el que cada giro de los acontecimientos ha estado relacionado con las conspiraciones de los nosferatu y de los Vasallos del Lucero del Alba), su visión darwinista del fenómeno vampírico (con razas adaptadas a las condiciones de cada ecosistema y zona geográfica, dando lugar a la mayoría de leyendas sobrenaturales conocidas), el trazo espectacular de Rafael Albuquerque... pero creo que Scott Snyder tiene más talento para los planteamientos que para los resultados. Muchas veces echo en falta una mayor sutileza en sus guiones para "American Vampire": entiendo que su propuesta debe tener acción y diálogos lapidarios para contentar a un sector del público que reclama su ración mensual de violencia y poses molonas, pero por el camino Snyder casi siempre sacrifica las posibilidades dramáticas de los personajes y las virtudes del contexto histórico en pos de la pirotecnia (todo lo contrario a lo que hace Ed Brubaker en "Fatale", de la que hablo en esta misma entrada). No quisiera ser injusto: "American Vampire" es un tebeo muy entretenido y bien dibujado; lo que pasa es que su buena prensa me parece exagerada, y me chirría que una obra de estas características merezca una doble edición española (simultáneamente en rústica y cartoné) cuando títulos bastante más meritorios como "Zero" o "Locke & Key" posiblemente hayan pasado desapercibidos para buena parte de su público potencial.



Este del Oeste 2 
Guión: Jonathan Hickman. Dibujo: Nick Dragotta.
Norma Editorial. Rústica. 144 págs.


La segunda entrega en castellano del western futurista apocalíptico ucrónico místico de ciencia-ficción de Jonathan Hickman y Nick Dragotta amplía el universo presentado en el volumen anterior y permite que el lector vaya familiarizándose con los distintos territorios que conforman la Norteamérica de "Este del Oeste". La trama política se espesa mientras los gobernantes de las 7 naciones juegan a los tronos y establecen alianzas ocultas para conseguir que, dependiendo de sus propios intereses, el profético Mensaje se cumpla o sea abortado. Además, nuevos personajes entran en acción y otros que se suponían protagonistas pasan a un segundo plano, confirmando la coralidad de la dramatis personae.


A nadie se le escapa que "Este del Oeste" nace con la intención de ser la OBRA DEFINITIVA de Jonathan Hickman. Su guión posee innumerables personajes que compiten unos con otros por ver quién es más molón, diálogos crípticos que esconden más de lo que revelan, un complejo contexto que precisaría de una enciclopedia anotada* para no perderse entre la geografía y la cronología de un mundo aparentemente ilimitado y la promesa de que, en realidad, esto no ha hecho más que empezar. A mí todo lo que rodea a este proyecto me pone un montón, incluyendo, por supuesto, el fantástico arte de Nick Dragotta, capaz de plasmar sobre el papel de la mejor de las maneras todos los desvaríos salidos de la mente de Hickman. Por ponerle un pero a "Este del Oeste" diría que me deja un poco frío en el terreno emocional: todo en ella es absolutamente cerebral, más como un rompecabezas de tramas y subtramas que como un drama donde los personajes se perciban realmente vivos. Pero ésa es una de las constantes en el conjunto del trabajo de Hickman como guionista, y a estas alturas ya no espero que su descripción de caracteres me sorprenda o emocione. Disfruto demasiado con todo lo demás como para considerarlo un error imperdonable, pero sé que a otros lectores sí podría echarles para atrás esta frialdad.


*De hecho esa enciclopedia existe y se titula "The World", pero todavía no ha sido publicada en nuestro país.


Fatale 4: Reza para que llueva
Guión: Ed Brubaker. Dibujo: Sean Phillips.
Panini Comics. Cartoné. 136 págs.


Las semejanzas entre "American Vampire" y "Fatale" pueden parecer superficiales, pero existen: ambas emplean personajes de longevidad sobrenatural para escribir su propia versión del siglo XX estadounidense, saltando de época en cada arco argumental y rellenando los huecos de la historia con capítulos ambientados en tiempos pretéritos. La diferencia estriba en que, mientras Scott Snyder pinta su fresco americano con brocha gorda, Ed Brubaker construye sus personajes y tramas con detallismo y sutileza, nadando entre géneros (serie negra, terror, psycho-thriller, erotismo) para ofrecer un producto tan irresistible como su femme fatale protagonista. Adoro el trabajo conjunto de Brubaker y Phillips, desde "Sleeper" hasta "The Fade Out" (aún inédita en castellano), y "Fatale", a falta de leer el quinto y último tomo, me parece una de sus cimas creativas.


Mientras la trama ambientada en el presente sigue conduciendo al pobre Nicolas Lash por la calle de la amargura, el argumento central de "Reza para que llueva" sitúa al lector en el Seattle de los años 90, donde los integrantes de una decadente banda de grunge acogen en su mansión a una amnésica Josephine. Y como siempre que Josephine aparece en escena, las cosas se lían, los hombres se vuelven locos y mucha gente acaba en el depósito de cadáveres. Entre las inevitables referencias al horror lovecraftiano y a la literatura pulp que Brubaker lleva manejando durante una veintena de episodios se deslizan otras, también evidentes, al zeitgeist de un momento marcado por la trágica muerte de Kurt Cobain, la adicción a las drogas y una actitud bohemia y desencantada que definen perfectamente a los caracteres introducidos por primera vez en este volumen. El auge cinematográfico de la figura del asesino en serie (es la época de "El silencio de los corderos" y de "Seven") se refleja también en otro personaje de gran peso en la trama. Todo ello dibujado una vez más por Sean Phillips, un tipo con un sentido de la narración y de la creación de atmósferas que lo sitúa en las grandes ligas de dibujantes norteamericanos actuales. Está claro que el trazo de Phillips no encaja en colecciones mainstream de acción y capas (ni falta que hace), pero su sinergia con Brubaker en estos relatos de género negro es prodigiosa.



Injustice: Gods among us. Año Uno: Vol. 1
Guión: Tom Taylor. Dibujo: Varios autores.
ECC Ediciones. Rústica. 192 págs.


Resulta muy revelador que la mayoría de tebeos interesantes que publican las dos grandes editoriales estadounidenses (Marvel y DC) sean o bien aventuras de super-héroes de escaso calado mediático (Ojo de Halcón, Daredevil o el Caballero Luna por un lado; Green Arrow, la Cosa del Pantano o Animal Man por el otro) o bien versiones de sus personajes principales liberadas de los lastres de la continuidad y la oficialidad: What if's y Elseworlds. Es precisamente eso, pero a gran escala, lo que Grant Morrison está llevando a cabo en "The Multiversity", el actual título estrella de DC que en España podremos disfrutar a partir de abril, pero también lo que la editorial ha permitido hacer al guionista Tom Taylor en uno de los proyectos coyunturales mejor resueltos que un servidor recuerde. "Injustice: Gods among us" nació como precuela en formato webcomic de un videojuego de lucha al estilo "Mortal Kombat" en el que la plana mayor del Universo DC se zurra de lo lindo, disponible para casi todas las consolas del mercado.


Aunque este tipo de productos me genera una inevitable marea de prejuicios, el inesperado buen hacer de Taylor (que se toma el encargo como si fuese la obra de su vida), sumado a la cantidad de momentos WTF por número (precisamente el mismo tipo de escenas y giros de guión que jamás veríamos en un comic oficial de la Liga de la Justicia), convierten a "Injustice" en la historia de la JLA más disfrutable que haya caído en mis manos desde los tiempos de Morrison al timón de la cabecera. No es que su argumento sea el colmo de la originalidad: una combinación del Superman fascista de "Hijo Rojo" con la proactividad política de títulos como "The Authority" o "Supreme Powers", que justifica una versión oscura y moralmente cuestionable de los buques insignia de la editorial y plantea el escenario idóneo para una guerra entre héroes. Pero Taylor, un auténtico desconocido hasta que puso el pie en esta serie, maneja con soltura el reparto coral, caracteriza con tino a los personajes con apenas tres pinceladas y mantiene al lector atento gracias a un esforzado sentido del cliffhanger. Y lo hace tan bien que casi consigue que un servidor se olvide del frustrante baile de dibujantes que empaña el acabado visual de este primer tomo recopilatorio.



Invencible 20: La muerte de todos
Guión: Robert Kirkman. Dibujo: Ryan Ottley.
Aleta/Dolmen. Rústica. 160 págs.


El trabajo de Robert Kirkman en Image Comics no sólo ha sido fundamental a la hora de cimentar el actual prestigio de la editorial, sino que se cuenta entre los ejemplos más incontestables de coherencia y continuidad creativa de la industria norteamericana. "The Walking Dead" ("Los Muertos Vivientes" en la edición de Planeta) se aproxima en EE.UU. a su número 140 manteniendo en los créditos al dibujante Charlie Adlard, que tomó el relevo de Tony Moore en el lejano capítulo 7. "Invencible", por su parte, ronda ya las 120 entregas, contando en la inmensa mayoría de ellas con los lápices y tintas de Ryan Ottley, inmejorable reemplazo para el creador visual del personaje, Cory Walker, quien cedió su puesto de dibujante titular en el octavo episodio y de vez en cuando reaparece por la cabecera para firmar algunos capítulos de fill-in y portadas alternativas. En España llegamos por fin al redondo episodio 100, incluido en el tomo "La muerte de todos", y uno no puede dejar de maravillarse ante la espectacular calidad media mantenida en la colección durante todos estos años.


Es difícil hacer una reseña de este tomo en particular sin caer en spoilers de los gordos. Cada 4 ó 5 páginas pasa algo nuevo y sorprendente, hasta el punto de que me ha costado elegir un par de imágenes para ilustrar el arte interior sin desvelar demasiado de los giros de su guión. Al igual que ocurrió con el número 100 de "The Walking Dead", Kirkman sabe que tiene algo especial entre manos, pero no deja que la efeméride eclipse al fluir natural del relato y prosigue con su macro-saga super-heroica con el mismo pulso firme y la misma variedad de tramas y tonos desplegados hasta el momento. El guionista incluso se permite una meta-reflexión sobre la importancia relativa de la numeración alcanzada a través del creador de "Science-Dog" (el comic favorito de Mark Grayson, protagonista de "Invencible"), alter-ego ficticio del propio guionista. "La muerte de todos" es otro delicioso cóctel de caracterización precisa, giros calculados de guión, espectacularidad gráfica y acción super-heroica de talla XXL. Una nueva demostración (y ya van...) de que Kirkman es uno de los creadores más inteligentes y en forma de la actualidad, capaz de sacar petróleo de los tópicos del género que maneje en cada ocasión, ya sea el relato post-apocalíptico ("The Walking Dead"), el horror sobrenatural ("Outcast", proximamente en nuestras librerías de la mano de Planeta) o los héroes voladores en mallas de lycra. Mientras la calidad y la frescura se mantengan, yo seguiré coleccionando "Invencible" durante 100, 200 ó 500 números más.



La muerte de Lobezno
Guión: Charles Soule. Dibujo: Steve McNiven.
Panini Comics. 4 cuadernillos grapados de 40 páginas (el primero) y 32 (los siguientes).


Si el "Invencible" de Kirkman y Ottley me parece un ejemplo inmejorable de lo que el género de super-héroes todavía puede dar de sí, el penúltimo evento orquestado por Marvel Comics se sitúa en el extremo opuesto del espectro cualitativo. "La muerte de Lobezno" es una miniserie dedicada, tal y como su título indica, a borrar del mapa al mutante de las garras de adamantium. El motivo es claro, vender, y hacerlo además en dos tiempos: ahora, por supuesto, porque el lector quiere saber cómo la diña uno de los iconos más reconocibles de la (supuesta) Casa de las Ideas, y dentro de un tiempo X (donde X es más de un año pero menos de lo que tarden en estrenar otra película de los Ídem-Men protagonizada por Hugh Jackman), cuando el personaje sea resucitado en otro evento igual de publicitado que meterá una vez más al genio en la botella. A estas alturas ya deberíamos estar insensibilizados a dicha maniobra: Superman, Hal Jordan, Barry Allen, Aquaman, Green Arrow, Thor, el Capitán América e incluso Batman murieron (o algo parecido) en algún momento para resucitar un tiempo después y elevar las ventas de sus respectivas colecciones. ¿Por qué iba el anti-héroe pluriempleado de Marvel a ser menos?


Que las mentes pensantes de la editorial hayan asignado el proyecto a uno de los guionistas de moda (Charles Soule, estrenando contrato en exclusiva con Marvel) y a uno de los dibujantes estrella de la compañía (Steve McNiven, asociado al personaje desde que ilustrase la divertidísima saga de "El viejo Logan") no consigue salvar los muebles. Ni el supuesto oficio del primero ni la espectacularidad del segundo (que en este caso sólo encuentro en el primer episodio) libran a "La muerte de Lobezno" de ser un tebeo ramplón, sin garra (jo jo), con un desarrollo precipitado que, en estos tiempos de decompressive storytelling, no logra en sus escasos cuatro números generar la tensión necesaria antes del clímax, ni transmitir el tono trágico y el hálito épico que hubiera merecido el funesto destino del canadiense favorito del fandom. Tampoco es que importe demasiado: en un par de años volveremos a tener a Lobezno pululando por la mitad de las cabeceras de Marvel Comics como si nada hubiese ocurrido y casi nadie recordará de qué iba todo esto.



The League of Extraordinary Gentlemen.
Nemo: Las rosas de Berlín
Guión: Alan Moore. Dibujo: Kevin O'Neill.
Planeta Cómic. Cartoné. 64 págs.


La segunda aventura en solitario de la hija del Capitán Nemo introduce al lector en el Berlín expresionista de 1941 gobernado por Adenoid Hynkel, el personaje con el que Chaplin parodiaba a Adolf Hitler en "El Gran Dictador". Los Doctores Mabuse y Caligari, acompañados por una versión terrorífica de la María de "Metrópolis" (más cerca de James Cameron que de Fritz Lang) plantarán cara a la heredera del Nautilus en un relato breve marcado por un tono directo de acción y aventuras, en contraste con la densidad y el eclecticismo formal del "Dossier Negro" que Planeta publicó hace apenas unos meses. Aunque habrá quien prefiera esta versión más sencilla y lineal de la obra de Moore y O'Neill, debo reconocer que a mí los álbumes dedicados a Janni Nemo, pese a su innegable carga lúdica, se me antojan los menos extraordinarios de cuantos se han publicado desde que el grupo de Miss Murray y Allan Quatermain comenzase su andadura editorial hace más de 15 años. Incluso el acabado gráfico de O'Neill me parece un par de peldaños por debajo del nivel habitual del dibujante.


Otro pequeño inconveniente es, en mi caso, la necesidad de acudir a internet para encontrar una traducción (al inglés) de la gran cantidad de diálogos que en el tebeo aparecen en alemán (las partes en francés, por suerte, las he ido sacando gracias a mi Erasmus de hace una década en el país vecino). Entiendo que ésa es la forma en que "Las rosas de Berlín" se publicó originalmente, en tres idiomas distintos, pero ya que Planeta nos casca una edición "de lujo" (9 € por un álbum de 60 págs. con tapas duras y tamaño comic-book) bien podía haber añadido un pequeño apéndice que arrojase algo de luz sobre las habilidades políglotas del barbudo de Northampton. Pese a todo, y aún a riesgo de sonar contradictorio, "The League of Extraordinary Gentlemen" me sigue pareciendo un proyecto que se merece todas las alabanzas posibles, interesantísimo incluso en sus capítulos más discretos.



Nowhere Men: Destinos peores que la muerte
Guión: Eric Stephenson. Dibujo: Nate Bellegarde.
Norma Editorial. Rústica. 184 págs.


Como principal responsable editorial de la nueva Image, Eric Stephenson es uno de esos profesionales de la industria del comic al que estaré agradecido de por vida. Además de ser el editor jefe de la compañía y gestionar directamente la publicación de algunos de sus títulos estrella, Stephenson escribe un par de series muy interesantes. Una de ellas es esta "Nowhere Men", cuyos seis primeros números aparecen en España recopilados por Norma Editorial, y que nos transporta a un mundo en el que los científicos de vanguardia (al estilo Tony Stark o Reed Richards) tienen la consideración popular de las estrellas del rock. Los cuatro fundadores de World Corp., una suerte de John, Paul, George y Ringo de la ciencia-ficción, cambiaron el mundo hace décadas, pero sus problemas personales (avaricia, envidia, ego, drogas) los han llevado hasta una situación crítica de la que podría depender el destino del planeta. Ancianos, torturados y enfrentados por sus decisiones pasadas, asediados por el auge de una nueva generación de celebridades pop científicas, se verán obligados a confrontar sus ambiciones personales y profesionales con los dilemas éticos y morales derivados de sus actos.


Stephenson inunda de referencias musicales una trama que bebe en lo conceptual de los trabajos de Jonathan Hickman y Warren Ellis (por su predilección por una ciencia-ficción más sofisticada, alejada de los estándares super-heroicos, y por el retrato ególatra y disfuncional de los genios científicos) y en lo formal de las obras de Alan Moore (con todos esos anexos con entrevistas, carteles publicitarios, extractos de ensayos y biografías, etc). Sin embargo, lo primero que llama la atención de "Nowhere Men" es el fabuloso dibujo de Nate Bellegarde, a años luz de sus colaboraciones previas en algunos spin-of de la serie "Invencible". Bellegarde se luce en los diseños, en la puesta en página y en la expresividad de sus personajes, y hace que los riffs de ciencia-ficción compuestos por Stephenson suenen afilados y pegadizos. Por eso mismo resulta tan triste que la serie haya entrado en un hiato de duración indeterminada a partir del sexto episodio: un parón que el propio Bellegarde atribuye exclusivamente a su propia situación personal. El dibujante reconocía en un largo texto publicado en internet que se encontraba sumido en una profunda depresión (motivada por múltiples circunstancias, entre las que se incluyen su vida sentimental y familiar, el trauma por los atentados de Boston y sus propias tendencias depresivas) para la que estaba tratándose con medicación y terapia, que le impide llevar un ritmo de producción normal. Pese al intento de sustituir al dibujante por otros artistas que puedan sacar adelante el trabajo, Stephenson ha tomado la decisión de esperar lo que sea necesario para que sea Bellegarde quien firme los siguientes episodios de "Nowhere Men". Lo cual, dadas las circunstancias, podría suponer el cierre definitivo de la colección. Una auténtica lástima, tanto en lo que respecta a la salud del dibujante como al futuro del propio tebeo, que nos deja a los lectores con las expectativas por las nubes y la frustración de no saber si algún día llegaremos a disfrutar de nuevas entregas de esta recomendabilísima lectura.



Rachel Rising 1: La sombra de la muerte
Guión y dibujo: Terry Moore.
Norma Editorial. Rústica. 252 págs.


Pese al éxito de series como "Echo" y, sobre todo, "Strangers in Paradise", "Rachel Rising" es mi primer acercamiento a la obra de Terry Moore, uno de esos inusuales Juan Palomo del comic estadounidense (como Jeff Smith o David Lapham en su versión indie) capaces de crearse un nicho de mercado propio, disfrutando de total libertad creativa desde la autoedición y convenciendo a crítica y público de que son autores a seguir hagan lo que hagan. Lo cual, leyendo este primer volumen de "Rachel Rising" publicado por Norma (que no es novedad reciente, de hecho data de 2013 y ya tiene su continuación en las librerías españolas), no debería extrañar a nadie. Porque es, simple y llanamente, un tebeo fabuloso. Con un dibujo limpio, línea clara en blanco y negro, y una puesta en página precisa y elegante, Moore nos narra la historia de Rachel, veinteañera que una mañana despierta bajo tierra a las afueras de Manson, su ciudad natal. Pese a no tener más que fogonazos inconexos de memoria de la noche anterior, no cabe duda de que nuestra chica ha sido asesinada y, sin embargo y por imposible que parezca, está todavía viva. O algo así. A partir de ahí, en compañía de su mejor amiga Jet y de su tía, la trabajadora funeraria Johnny, Rachel tratará de descubrir quién la ha matado, por qué sigue todavía en pie y qué tiene todo ello que ver con una misteriosa mujer rubia que se pasea por las calles de Manson provocando todo tipo de catástrofes.


En lugar de usar este argumento para construir un relato de  horror y misterio al uso, Moore hace gran hincapié en la caracterización de personajes y en las relaciones que se establecen entre ellos, convirtiendo "Rachel Rising" en una suerte de slice of life de ultratumba, no exento de humor y momentos puramente cotidianos que conviven con pasmosa naturalidad con las facetas gore y terrorífica del asunto. El resultado es un comic tan turbador como entrañable, tan intimista como sobrenatural: una combinación ganadora que convierte a Terry Moore en uno de mis nuevos autores (exacto) a seguir y a las siguientes entregas de "Rachel Rising" en compras imperativas. Próxima parada: "Tumbas invernales".



Sam Zabel y la pluma mágica 
Guión y dibujo: Dylan Horrocks.
Editorial Astiberri. Rústica. 228 págs.


Hace unos años Astiberri publicó en España un tebeo titulado "Hicksville" que me robó inmediatamente el corazón. Venía firmado por un tal Dylan Horrocks (un tipo con un nombre pegadizo, mitad poeta y mitad militar británico), y ésa es la única información que necesitaba conocer para tener muchas ganas de leer "Sam Zabel y la pluma mágica": el nombre de su responsable. Horrocks, que compaginó durante un tiempo su carrera como autor independiente con la escritura de guiones para la "Batgirl" de DC Comics, vuelca en el protagonista de su nueva obra sus frustraciones artísticas. Sam Zabel es un dibujante en pleno bloqueo creativo que escribe las aventuras mensuales de una heroína de connotaciones fetichistas llamada Lady Night; un trabajo alimenticio que realiza con desgana y que le ha llevado, en última instancia, a ser incapaz de disfrutar haciendo comics. Sin embargo, la existencia de una misteriosa pluma mágica capaz de introducir a su portador en los universos imaginados en viñetas lo llevará a un viaje metaficcional por los diversos géneros y latitudes de la historieta, desde la space opera al estilo "Flash Gordon" (con un evidente trasfondo de guerra de sexos) hasta el manga de magical girls, pasando por las historias de piratas o las fantasías pobladas por animales antropomórficos. Todo ello, por supuesto, para que tanto Zabel como Horrocks realicen una oda al Noveno Arte y redescubran su amor perdido por los tebeos.


Como ilustrador, Dylan Horrocks se encuentra lejos del talento de su admirado Hergé, pero camufla sus limitaciones gracias a una sensibilidad especial para la narrativa gráfica. "No eres Alan Moore", le dice a Zabel la provocativa Lady Night, una aparición febril en las noches insomnes del protagonista, y pareciera que es el propio Horrocks quien nos advierte de sus modestas capacidades como escritor. Quizás el neozelandés carezca de la sofisticada gramática del venerado guionista de "V de Vendetta", pero "Sam Zabel y la pluma mágica" contiene la misma honestidad desarmante y la misma devoción del autor hacia el medio que ya hicieran de "Hicksville" un título tan especial, en el que resultaba difícil separar las valoraciones (supuestamente) objetivas de ese intangible tan subjetivo y visceral como lo es el amor por los comics. Algo con lo que un servidor puede identificarse desde cada fibra de su ser.

3 comentarios:

Christian dijo...

Lo que está haciendo Kirkman con Invencible (y con Los Muertos Vivientes) me parece encomiable. Ahora mismo ambas series son grandes castillos de naipes; castillos que tienen muchas papeletas para pasar de ser grandes a ser, como diría Daryl Hannah, COLOSALES. ¿Y por qué? Porque ya de entrada parten de unos cimientos sólidos sobre los que colocar las cartas con sumo mimo y dedicación, y cada vez que se completa un piso, éste se vuelve férreo, dando una base tan sólida como los propios cimientos para seguir construyendo a lo alto y aún más a lo ancho, creciendo en escala de forma tan lógica que parece absurdo que se hayan hecho cosas así tan pocas veces. Y es que tanto como lo que está pasando ahora, importa lo que ha pasado hasta llegar aquí. El todo es mucho, muchísimo más grande que la simple suma de las partes. Me "ofende" un poco que digas que Cory Walker dibuja el relleno. Kirkman NO hace relleno; al menos no con estas dos series. Si lo dices por la historia de Rex y Amanda, yo que voy a ritmo americano puedo decirte que dentro de un par de volúmenes vas a cagar patatillas con el "relleno". Y más que comparar este volumen 20 (en realidad 18) con el que contenía el número 100 de The Walking Dead, yo lo compararía con otro tomo. Tanto La Muerte de Todos como el volumen doble Guerra Sin Cuartel sirven de conmemoración para el décimo aniversario de ambos cómics. Y lo malo es que a los dos los encuentro un pelín decepcionantes. Por la parte de Invencible, porque la promoción fue muy engañosa y esa "muerte de todos" tiene truco. Por la parte de Rick Grimes y compañía, porque resulta que el tomo de conclusión de la guerra se queda por detrás del tomo anterior en emoción y epicidad, por llamarlo de algún modo. Aún así, ambos tienen motivos para aplaudir y resultar más que satisfactorios, solo que se ven un tanto traicionados por el autobombo. En ambos casos, los volúmenes sucesivos me parecieron más satisfactorios. Adoro el dibujo de Ryan Ottley.

Por lo demás, Nowhere Men si bien no me entusiasmó, sí que me pareció que tenía mucho potencial, buenas ideas y buena ejecución. No sabía que el motivo del parón indefinido era por enfermedad del dibujante... De Este del Oeste me leí los tres primeros números y me enteré de poco, aunque no llega al nivel de "WTFismo" de Intersect, con el que solo aguanté un número porque eso ya era una cosa así muy postmoderna y artística para mi limitada mente de filólogo. Me apunto Rachel Rising y La Pluma Mágica. Los superhéroes mainstream de Marvel/DC me tiran un poco para atrás... Soy un rebelde.

Un saludo.

Christian dijo...

PD: Revisando el comentario, no tengo taaaanto vagaje como para afirmar tan categóricamente que se han hecho pocas veces cosas así (como Invencible y Los Muertos Vivientes), pero bueno, también tengo en cuenta que he visto/leído bastante a lo largo de mi vida y no es habitual encontrarse algo así. Me faltan en el currículum obras largas y aclamadas como Canción de Hielo y Fuego (sí, empezaré por las novelas y no por la serie), La Torre Oscura y a saber cuántas más.

Jero Piñeiro dijo...

Fill-in es una expresión en inglés para referirse a los dibujantes no habituales en una serie que ilustran uno o dos números para permitir al dibujante titular tomarse su tiempo y no verse obligado a bajar la calidad del dibujo para cumplir con las entregas. No significa necesariamente que esos capítulos no sean importantes para la trama. Cory Walker me mola un montón, no sabría decir si más o menos que Ottley. Ambos me parecen dos dibujantes perfectos para el tono y el ritmo que Kirkman quiere imprimir a "Invencible".
“La Muerte de Todos” es un título engañoso para incrementar el hype. A mí no me molesta demasiado porque ya estoy tan acostumbrado a los “grandes eventos” en las series de super-héroes que cualquier pequeña osadía que plantee Kirkman ya me tiene ganado de antemano. El tomo en sí me ha gustado bastante, aunque sigo pensando que aún no se ha superado el grado de espectacularidad y dramatismo que disfrutamos en “Todavía en pie”: la pelea con Conquest fue el momento con el que más sufrí y disfruté y froté los ojos de puro alucine en toda la serie. “La guerra viltrumita” también me gustó mucho, pero como aquel tomo que empezaba con las “Invincible Wars” (un mega-crossover al estilo Marvel o DC que transcurre en un solo número) y terminaba con Mark curtiéndose con Conquest…
“Guerra sin cuartel” sí me dejó bastante más frío: con todas las vueltas que han dado Kirkman y los personajes alrededor de Negan y sus Salvadores, la celebración del décimo aniversario de “Los Muertos Vivientes” me pareció un poco regulera. La nueva etapa me está gustando más, la verdad. Creo que ya hacía falta un cambio de aires en la historia de Rick y Carl.
“Este del Oeste” puede hacerse un poco farragosa número a número. Le pasa a todo lo que he leído de Hickman: se disfruta muchísimo más en recopilatorios, leído del tirón. Además, es uno de esos autores que me cuestan un poco más en inglés (me pasa también con Kelly Sue DeConnick en “Pretty Deadly”). “Intersect” no me llama demasiado.
Lo de Marvel y DC… es un poco como todo: hay muchas series mala (y muy malas) y unas cuantas buenas. Algunas muy buenas, incluso, aunque son minoría. Le tengo echado el ojo a la etapa de Charles Soule en “La Cosa del Pantano”, de la que todo el mundo habla maravillas, y lo cierto es que tanto la “Wonder Woman” de Azzarello y Chiang como el “Batman” de Snyder y Capullo están bastante bien, aunque siempre dentro de los límites establecidos por el mainstream super-heroico. No me cabe la menor duda de que los mismos autores que en Marvel y DC pueden hacer obras interesantes, cuando se les deja en libertad (en Image, IDW, Vertigo) lo petan.