lunes, mayo 13, 2013

Oscuros ritos de madurez

Siguiendo la estela de realizadores asiáticos como Wong Kar Wai o Hideo Nakata, que debutaron en sus respectivos países de origen para dar luego el salto al mercado angloparlante, y dado el éxito global de sus trabajos previos (especialmente “Old Boy”, una de mis películas favoritas del siglo XXI), parecía inevitable que la industria estadounidense acabase tentando al cineasta surcoreano Park Chan-wook con un proyecto protagonizado por estrellas de proyección internacional. Personalmente, un servidor jamás habría imaginado mientras veía “Sympathy for Lady Vengeance” que una actriz como Nicole Kidman acabaría poniéndose un día a las órdenes de un director con un sentido tan personal de la estética, la narrativa postmoderna y la lírica de la violencia. Pero hete aquí que “Stoker”, la cinta con la que el protagonista de la serie “Prison Break”, Wentworth Miller, debuta como guionista (otra noticia inesperada, sin duda), supone el desembarco de Park en Hollywood a través de la productora Scott Free (fundada por Ridley Scott y su difunto hermano Tony) y la distribuidora Fox Searchlight (filial indie de la 20th Century ídem).


Había una inmensa curiosidad, al menos por mi parte, en descubrir si este cambio de latitud supondría una rendición por parte de Park al conservadurismo y la mansedumbre de los estándares norteamericanos de cine comercial. No ha sido así, por suerte, y “Stoker” no solamente conserva la desbordante capacidad creativa de su artífice en términos estrictamente plásticos, sino también su predilección por la violencia física y psicológica, las atmósferas malsanas y la alegre transgresión de una buena cantidad de tabúes sociales. Tal vez no al nivel de algunos de sus films previos, pero sí lo suficiente como para considerar esta nueva película una rara avis dentro del panorama cinematográfico USAmericano.


El argumento del film presenta a India Stoker, una introvertida adolescente con una amplificada percepción sensorial del mundo que sufre la muerte de su padre en un accidente de tráfico en el día de su decimoctavo cumpleaños. La tragedia propiciará la aparición en la casa familiar, que ahora India comparte sólo con su madre y el ama de llaves, de un misterioso tío cuya existencia desconocía hasta la fecha. A medida que este inesperado nuevo miembro del clan Stoker se vaya integrando en el día a día del desestructurado núcleo familiar, India comenzará a formularse ciertas preguntas incómodas acerca de su árbol genealógico y de su propia naturaleza.


Pese a lo manido del planteamiento inicial, el clásico psycho-thriller con “el enemigo en casa” que tantas veces hemos padecido en las sobremesas de fin de semana de las cadenas de televisión nacional, Park se alía con su habitual director de fotografía Chung Chung-hoon y con el espléndido compositor Clint Mansell (seguro que has escuchado esto un centenar de veces) para tomar esta sinopsis propia de un vulgar telefilm de Antena 3 y darle alas audiovisuales que la eleven hasta el firmamento. Hay tanto que celebrar en la caligrafía visual de Park, en su atrevido uso de los recursos de montaje y sonido y en sus deliciosas transiciones entre plano y plano, que al final del film uno apenas consigue recordar los numerosos convencionalismos en los que cae el libreto de Miller de tanto en tanto. “Stoker” es previsible, sí, y casi nunca (o nunca, directamente) verosímil, pero la potencia cinematográfica con que el realizador de “Thirst” y del segmento más extremo de Three... extremes envuelve esta oscurísima fábula sobre los ritos de madurez (con ecos de “Carrie”, “Dexter” e incluso del cine de David Cronenberg) justifican no sólo el precio de la entrada, sino también su condición inmediata de película de culto dispuesta a dividir visceralmente al público. El cómo devora completamente al qué, pero también mastica y deglute las expectativas del espectador en cada nuevo plano y escena, hipnotizando por completo al respetable y encadenando 100 fugaces minutos repletos de hallazgos formales e instantáneas para el recuerdo. Qué demonios: ya sólo por la sublime escena del dueto al piano merecería la pena la existencia de esta película.


Si a todo ello le sumamos una acertada selección de temas musicales (desde el gran Philip Glass hasta la no-menos-grande Nancy Sinatra) y un trabajo actoral de relumbrón, destacando por encima de Kidman y del algo afectado Matthew Goode (inapropiado Ozymandias en el “Watchmen” de Zack Snyder) la poderosa interpretación de mi admirada Mia Wasikowska (“En terapia”, “Alicia en el País de las Maravillas”, “Jane Eyre”), obtendremos uno de los platos cinéfilos más estimulantes del presente 2013, pese a que no vaya a ser del gusto de todos los paladares.

Es lo que tiene la comida exótica.

3 comentarios:

charlie furilo dijo...

¿Wenworth Miller el guionista? No tenía ni idea. De este director he visto "Old Boy", que es un peliculón como la copa de un pino, pero nada más. Habrá que verla. Si además la BSO corre a cargo del gran Clint Mansell, pues mejor que mejor...

Además de las similitudes con los argumentos de telefilmes baratos de sobremesa que citas ¿tiene algo con "La sombra de una duda" de Hitchcock?

Saludos camarada!!

Cinemagnific dijo...

Interesante. No sabía que había debutado en los USA. Siempre me ha gustado mucho este director: a la cinemateca me voy directo.

Jero Piñeiro dijo...

Charlie: me temo que no he visto "La sombra de una duda", así que desconozco cuánta ha sido su influencia en esta "Stoker".

Cinemagnific: no es la mejor de Park, desde luego, pero a mí me ha gustado.