El
estreno hace unos días de su último largometraje (recientemente
proyectado en el Festival de Cannes) ofrece una
ocasión perfecta para que los seguidores de Anderson nos rindamos
a sus nuevas ocurrencias, sus críticos se desgañiten
arremetiendo contra su condición de icono gafapasta
y, sobre todo, los desconocedores de su filmografía puedan descubrir
al realizador de Houston (Texas) a través de uno de los trabajos que
mejor representan su imaginario personal.
“Moonrise
Kingdom” viaja hasta 1965 para retratar el amour fou
entre Sam (encarnado por el debutante Jared Gilman), un boy-scout
huérfano e incomprendido, y Suzie (una también primeriza Kara
Hayward), ávida devoradora de literatura fantástica que se siente
aprisionada en una familia de afectos desnaturalizados. La pareja
planeará una fuga hacia lo salvaje que revolucionará el pequeño
pueblo costero donde se cruzan las infelices vidas del jefe de
exploradores Ward (Edward Norton), el policía depresivo Sharp (Bruce
Willis) o la pareja de abogados (y padres de Suzie) formada por Walt
y Laura Bishop (Bill Murray y Frances McDormand, respectivamente).
Completan el espectacular reparto de la cinta los nombres de Harvey
Keitel, Tilda Swinton y Jason Schwartzman.
Bastan
apenas 30 segundos de “Moonrise Kingdom” para identificar
inequívocamente la mano de su responsable tras las cámaras: la
característica paleta cromática, el ecléctico uso de la música
(que, además de las composiciones originales de Alexandre Desplat,
en esta ocasión abarca diversas piezas de Benjamin Britten, Hank Williams y Françoise Hardy), el zoom vintage y los siempre reconocibles travelings laterales despejan cualquier
duda posible. También encontramos en la película su personalísimo
humor, más simpático que descacharrante, y esa melancolía
implícita en la visión que el director tiene de las relaciones
humanas (con la familia desestructurada como constante telón de
fondo).
Las
mejores escenas de “Moonrise Kingdom” provienen del sentido
de descontextualización
omnipresente en el libreto firmado por Anderson y su colaborador
habitual Roman Coppola (hijo de Francis Ford y primo de Jason
Schwartzman). Mientras los niños protagonistas reflexionan y se
comportan como adultos de lógica intachable, los supuestos adultos
riñen como chiquillos incapaces de tomar conciencia de sus
auténticas emociones. Los boy-scouts son presentados como un cuerpo
militar regido por una disciplina espartana, permitiendo diálogos y
situaciones que homenajean en tono y forma a los clásicos bélicos y
al cine de evasiones. Pese al marcado tono fabulístico de la cinta,
la corrección política brilla por su ausencia: Sam es un niño de
doce años que fuma en pipa y tiene conversaciones sobre mujeres
mientras bebe cerveza; Suzie experimenta sin rubor las vicisitudes
del despertar sexual y protagoniza estallidos de violencia que
terminan en sanguinario acuchillamiento. Pese a la imagen cándida de
su cartel y a estar protagonizada por críos, “Moonrise Kingdom”
no es una película para niños, sino una película para aquellos
adultos capaces aún de recordar con nostalgia la ingenuidad con que
los niños viven el sentimiento del primer amor. Lo cual no
significa que “Moonrise Kingdom” no sea una cinta cándida a
pesar de todo. Lo es, y mucho.
Detrás
de su kitsch extravagancia
audiovisual, del patetismo de sus personajes de mediana edad y de sus
surrealistas situaciones tragicómicas, Wes Anderson se descubre una
vez más como un romántico disfrazado de cínico, y también como
uno de los directores más personales e inconfundibles del panorama
cinematográfico actual. “Moonrise Kingdom” es la última muestra
de su gran talento, aunque también una de esas películas que uno no
se siente capacitado para recomendar a todo el mundo. A mí el
realizador de Texas ha vuelto a conquistarme pero, tal y como decía
en el primer párrafo, “hipsters gonna hip”
y “haters gonna hate”.
Advertidos quedáis.
6 comentarios:
Jero!! Nosotros la fuimos a ver ayer, y nos encantó!
Me ha llamado especialmente la atención, la simetría de la mayoría de prácticamente, todos los planos. :)
Ahora me ha entrado el gusanillo, quiero ver las anteriores!!
Un beso enorme!!!
Me alegro de que os haya gustado, pekecha ;)
Es verdad lo que dices sobre la composición de los planos. Se nota que hay un trabajo enorme detrás para conseguir ese juego de geometrías perfectas. Lo cierto es que técnicamente el film me parece impecable (la primera escena, con ese movimiento en 360ª de la cámara presentando a la familia de Suzie ya es toda una declaración de intenciones...)
Si ésta te gustó creo que las anteriores también lo harán, porque el estilo de Anderson es totalmente reconocible en todas ellas.
Muy bonita.
Normalmente argumentas mucho más tus opiniones, David. Debe ser que con ésta estamos más de acuerdo que de costumbre ;)
la edad adulta tan sujeta a lo correcto y la norma, la infancia capaz de escuchar y actuar según sus sentimientos o, como tú escribes: adultos que son niños, niños que son adultos. Gran peli! Lync
Como ya lo comentamos por teléfono, tan sólo quiero añadir (repetir, más bien) que me alegro de que te haya gustado, Lync. Un abrazo ;)
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